Economía

Abismos y tormentas: Encrucijadas de la economía colombiana

Abismos y tormentas: Encrucijadas de la economía colombiana

A poco de cumplir 100 días, el Gobierno Petro ha sufrido un embate interminable desde los medios de comunicación respecto a sus políticas económicas. El tema en la boca de todos ha sido la depreciación del peso con el acuerdo con Fedegan, y las negociaciones para la aprobación de la Reforma Tributaria jugando papeles claves. Pero, ¿qué tanto de verdad hay detrás, y sobre todo, cómo tomar las declaraciones de una recesión como lo anunciaba el mismo Petro hace pocos días?

Huracanes en el horizonte

La afirmación del presidente no es descabellada. A nivel global, los efectos de la guerra ruso-ucraniana sumados a los coletazos de la pandemia han energizado el cóctel tóxico que venía con los anuncios de aumentos de la tasa de interés por parte de las bancas centrales en los países desarrollados. No hay que olvidar que desde 2018, la alta cantidad de crédito en el mercado venía prácticamente exigiendo la subida de las tasas de interés, pero la pandemia y sobre todo la inflación desatada a partir de los descalabros iniciados por la guerra, han hecho que los bancos centrales hayan entrado en un modo de control de daños, que simplemente refuerza las penurias para la clase trabajadora. 

Esto se da a través de varios canales. Por un lado la evaporación de los salarios por parte de la inflación y por tanto forzando a la restricción del consumo, seguida por el incremento del costo del crédito (clave, dado que muchos están viviendo a base de deudas). Así, mientras los capitalistas en muchos casos han visto un incremento de sus ganancias (especialmente el sector energético), familias trabajadoras deben elegir entre pagar la electricidad o comer. 

Este contagio se nota en los países subdesarrollados, donde las políticas de tasa de interés incentivan el movimiento de capitales hacia los países desarrollados, alterando las tasas de cambio y encareciendo todo, desde importaciones básicas hasta el costo de su deuda externa, una de las claves para el estallido social en Sri Lanka durante junio de 2022. 

Mientras que el mantra del libre mercado se derrumba como un castillo de naipes, los libertarios abogan por volver al patrón oro o a las criptomonedas, los socialdemócratas a restaurar el Estado de Bienestar, y los liberales a intentar reformar el capitalismo con un rostro humano. Ninguna de estas soluciones resuelve el problema del incremento de precios, solo lo pospone para otro día. 

Inundaciones en casa

Colombia no es ajena. La cuarta economía más grande de Sudamérica ha visto como el espejismo de la recuperación pospandemia ha dado paso a un escenario difícil, con un gobierno liberal y reformista bastante atado de manos dentro de las instituciones del Estado democrático liberal. 

Con una mayoría relativa en el Congreso, y sobre todo el hecho de que el manejo de la política económica está en manos de personajes que aunque progresistas no son anticapitalistas, el manejo económico del Gobierno Petro ha sido una serie de choques entre las promesas y la “realidad”. 

El “bombero”

Quizá esto se ha visto mejor en el papel del ministro de Hacienda Jose Antonio Ocampo. Economista laureado, y con una trayectoria en el sector público, dista de ser el perfil del tristemente célebre Carrasquilla. Pero como todo reformista. tiene límites que se han delimitado tanto en sus negociaciones de la reforma tributaria, como en el marcaje de líneas a sus compañeros ministros y ministras, en especial Irene Vélez en Minas y Cecilia López en Agricultura. 

Con Vélez, la eterna discusión respecto al manejo de los contratos de exploración y explotación de petróleo ha mostrado las contradicciones entre lo esperado por las bases y la realpolitik, algo no fuera de lugar dada la dependencia del capitalismo colombiano de las regalías petroleras y carboníferas. Los intentos de reforma chocan con una realidad claramente señalada por un análisis marxista: no se puede cambiar lo que no se posee. 

Por otro lado, Ocampo también pintó la raya con el proyecto emanado del acuerdo con Fedegan, al enfáticamente afirmar que no habría posibilidad para que el Estado utilice títulos de Tesorería (TES) para financiar la compra de tierras ofrecidas por el gremio. Estos choques muestran los límites del sistema capitalista. Quitando el hecho de que Fedegan no es un ente con el que el gobierno debería negociar en estas circunstancias, basta recordar los pantallazos de los “Comités” que se empezaron a crear luego de las invasiones en septiembre por parte de campesinos y comunidades étnicas. El hecho de que el Ministro de Hacienda no permita ejecutar el mismo esquema que las reformas económicas liberales en los llamados “tigres asiáticos” (Corea del Sur, Taiwán, Japón) muestra la senilidad del sistema capitalista. 

El papel de Ocampo es el de representar los intereses del sistema capitalista en sí mismo. Su tarea es tratar de balancear tanto la necesidad de reducir la desigualdad que el capitalismo colombiano ha producido con el interés de la clase dominante de mantener la propiedad privada. En los períodos de auge del capitalismo mundial, inversiones en el estado de bienestar serían la solución a este problema. Pero ya no vivimos en ese periodo. Con una deuda externa de más del 50%, una inflación del 11% y un PIB que está pronosticado a crecer menos y menos en los siguientes años, no hay mucho margen de maniobra para la clase dominante. 

Jose Antonio Ocampo, usado bajo permiso de CC BY 2.0.

Los guardianes de las bóvedas

Una de las evoluciones del sistema capitalista a partir de la Gran Depresión fue la “independencia” de los bancos centrales. El Banco de la República, es en esencia la institución encargada del señoreaje y el manejo regulatorio de las variables financieras, lo que lo hace básicamente un guardián del status quo. Si se revisan los gerentes, se pueden ver los hilos hacia las élites y los grandes capitales.

Los liberales, que en su búsqueda del “deber ser”, idolizan la “separación de poderes” han tenido grandes problemas explicando las puertas giratorias de los bancos centrales con el sector privado. Eso se puede ver en el manejo actual de las tasas de interés, bajo el argumento de controlar la inflación, en la más pura ortodoxia liberal del manejo económico. Esto fue motivo para un encontronazo con el presidente, que a su vez sugirió plantear un impuesto a los flujos de capitales. Esto derivó en una semana de alza de la depreciación del peso. 

Nuevamente, mostrando quienes tienen la sartén por el mango, los movimientos de capitales de los capitalistas hicieron temblar los planes económicos, lo que finalmente llevó a que el Gobierno reafirmará su “respeto a la independencia del Banco de la República”, y a que Ocampo hablara para “calmar a los mercados”. 

La banca central en su ortodoxia ha creado un cóctel perfecto para que la economía se estabilice. Esto, a costa de la quiebra de deudores debido al alza de las tasas de interés que actualmente está a niveles de 2001, justo durante la peor crisis económica de Colombia. En conjunto con la inflación, se disminuirán los potenciales efectos positivos de las reformas que lleven a disminuir el desempleo. Esto lleva a muchos a buscar alternativas en mercados exteriores lo que se ve reflejado en el comportamiento del dólar.

El dólar estadounidense se ha vuelto un refugio para los capitalistas, y el aumento de la tasa de interés ha hecho que las economías dependientes sufran ante la depreciación de sus monedas. Para el caso colombiano, con su alta dependencia de importaciones sumado a la “desconfianza” con el gobierno, se ha dado un golpe a la moneda que ha alcanzado sus máximos históricos llegando cerca de 4980 pesos por dólar. 

Junto con el desempleo, la desvalorización del peso ha creado en Colombia un fenómeno poco visto, un incremento en el flujo migratorio tanto legal como irregular hacia Estados Unidos. Junto a venezolanos, haitianos, centroamericanos, indios y africanos, muchos colombianos también han intentado llegar a Estados Unidos para aprovechar la necesidad de mano de obra ante el espejismo de un ingreso en una moneda fuerte. Con ello podemos ver que, para estos guardianes, lo que sigue primando es mostrar modelos “creíbles” que están desconectados de la realidad de Colombia como un país del que tanto obreros como la pequeño-burguesía añoran escaparse. El capitalismo sigue mostrando su impotencia ante los problemas de la clase trabajadora con esta visión. 

Propuestas: Reformismo y revolución

La consciencia de la clase trabajadora colombiana ha dado un salto importante desde 2019, pero ese mismo salto se enfrenta ahora a un pantano de confusiones. Posmodernismos, nacionalismos económicos, liberalismo reformista, capitalismo con rostro humano, son solo una muestra de los adjetivos que muchos de los “líderes” del actual Pacto Histórico manejan (por no mencionar a los caídos representantes del “Centro”). 

Como marxistas, nuestro rol es seguir exponiendo las contradicciones y enseñar la teoría marxista como la mejor herramienta de la clase trabajadora para explicar su realidad. La cuestión de la inflación es una cuestión de pan. Efectivamente cada decremento del valor del peso colombiano significa más hambre, más desempleo y más pobreza. Este gobierno popular representa la aspiración de poner fin a esta situación, pero la clase obrera de este país no puede aguantar este estrangulamiento eternamente. Eventualmente, si el gobierno de Petro mantiene la ruta de encontrar un tercer camino que complazca tanto a las masas que lo eligieron como a la clase dominante a la que responden como funcionarios estatales, encontrarán que no pueden complacer a los dos. Y se doblegarán ante aquellos a los que responden. 

En la medida que este gobierno demuestra que no puede resolver los problemas de la clase obrera en nombre de mantener y desarrollar el capitalismo, la clase obrera eventualmente se movilizará. Por mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y reformas al sistema. Pero aún así, será en esta lucha que la clase obrera aprenderá qué métodos y qué tácticas pueden obtener la victoria. La tarea de los marxistas es participar en estas luchas activamente, peleando codo a codo con el resto de la clase obrera, aprendiendo de nuestras victorias y derrotas. Pero siempre aclarando que toda reforma es temporal, que todas las coyunturas políticas del momento tienen una raíz: el sistema capitalista que explota y oprime a la clase obrera. La inflación de hoy es el producto directo de la política de la burguesía en los últimos 15 años. Solo será expropiando a la burguesía que podremos ponerle fin al sistema que crea estas situaciones de carestía. 

Referencias

Migración Colombia: “Aumentó la migración irregular colombiana hacia EE. UU.”

Petro critica alza de tasas de interés del BanRep tras dato de inflación en Colombia Banrep sube las tasas de interés de 10 a 11%

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Luis Aristizabal

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