Economía

Gustavo Petro y la teoría moderna monetaria

Gustavo Petro y la teoría moderna monetaria

A finales de enero el senador Gustavo Petro, ante la recaída económica provocada por el segundo pico de la pandemia, sugirió emprender políticas monetarias expansivas, es decir que el Banco Central inyectará masa monetaria por orden de cerca de COP 40 billones de pesos como crédito directo al Gobierno para financiar programas de subsidio y renta a la población vulnerable. 

Inmediatamente, se desató un coro de críticas y justificaciones, entre los opositores que tachaban esto como una locura que solo nos llevaría al “desastre de Venezuela” como las justificaciones de Petro y otros economistas arguyendo que el Banco ha emprendido operaciones de liquidez para sostener al sistema financiero colombiano. ¿Pero qué tanto afectaría una política monetaria expansiva? 

En esencia, lo que el senador Petro y muchos de sus seguidores abogan se enmarca en el estudio de lo que se ha denominado Teoría Moderna Monetaria, impulsada en círculos “progresistas” de izquierda en Europa y especialmente Estados Unidos. Básicamente, la idea es que se puede lograr un financiamiento de políticas fiscales a través de emisiones primarias (masa monetaria en forma de billetes y monedas) que crearía un círculo virtuoso, pues el déficit de Gobierno no es más que la brecha de consumo real que este financia con esa emisión. Es decir, no habría problemas con más impresión de dinero pues el consumo en masa respaldara la misma.

Con esto se justificaría el financiamiento de las políticas reformistas como el ingreso básico/renta universal, salud socializada y subsidios sociales. Correctamente, lo que nos indica lo anterior es que si el Estado, a través del Gobierno de turno, puede “ayudar” a mantener la liquidez del sistema financiero, tanto con emisión primaria de billetes como a través de operaciones en el mercado bursátil utilizando la recompra de títulos de deuda (bonos y letras de tesorería) es posible hacerlo a la sociedad. 

Solamente en el sistema de salud privatizado actual existía una deuda del Estado de cerca de $COP 10 billones hacia 2019, una lastra que los sucesivos Gobiernos han dejado a un lado alegando el tema de la sanidad de las finanzas públicas. Esta cifra es una cuarta parte de lo que el Banco de la República ha operado para mantener la “estabilidad” del sistema financiero. Asimismo, como lo denunció un reciente reportaje, grandes conglomerados recibieron recursos del Programa de Apoyo al Empleo Formal mientras las pequeñas empresas colapsaron por la pandemia. Así mientras se está preparando una reforma tributaria, y se habla de apaciguar a las calificadoras de riesgo existe una masa de liquidez que simplemente se ha acumulado  en el sistema financiero y en los instrumentos de inversión. En palabras simples, si se justifica la deuda para salvar a los capitalistas, es posible hacerlo con la clase trabajadora.

Stephanie Kelton y su libro: el Mito del Deficit: La Teoria Moderna Monetaria y el Nacimiento de la Economia Popular. Las ideas que impulsan este libro son muy populares con la izquierda reformista de hoy.

Pero es en este punto donde las debilidades y los límites de este planteamiento se observan. En primer lugar, esa deuda tarde o temprano deberá ser pagada. ¿Quién debería entonces pagarla? La respuesta sencilla es el Estado, pero aquí es donde el problema aparece. Si se enmarca esto dentro de los límites del sistema capitalista, el Estado (y aún más el Estado colombiano) es controlado y responde a los intereses de la clase capitalista, siendo crucial en esto el control que sobre la creación de leyes tienen a través de sus representantes. Al final,este pago recaerá en la clase trabajadora, pues sin romper con esta lógica el peso de toda esa emisión tarde o temprano se traducirá en impuestos (como vemos en la ya anunciada reforma tributaria), o en la aparición de fenómenos que afecten el valor del dinero.

El dinero debe reflejar la producción material de una economía, la distorsión producida de una cantidad de dinero mayor en circulación crearía fenómenos de inflación (aumento de precios) o deflación (disminución de precios) para ajustarse a la misma, lo que tendría consecuencias nefastas en las capacidades de ingresos de la clase trabajadora. 

El mejor ejemplo por el lado de la inflación es lo que ocurrió en Venezuela, cuando el gobierno trató de paliar la caída en la producción con una mayor cantidad de importaciones en momentos de la caída del precio del petróleo y por tanto de los ingresos del Estado. La impresión de bolívares creó una espiral inflacionaria que devastó la economía, al tiempo que hay que recordar que esta es una moneda de una economía de un país monoproductor petrolero, sin un respaldo fuerte, a diferencia del dólar y el euro, lo que hacía aún peor la distorsión respecto a las tasas de cambio.

Mientras que en los países de la Unión Europea y Estados Unidos, que en teoría sí podrían sostener esas emisiones masivas, la inyección de liquidez (el famoso “relajamiento cuantitativo”) ha provocado una inflación bajísima peligrosamente cercana a la deflación, ya existen bancos en Estados Unidos que están negando depósitos a sus mayores ahorrantes porque tienen reservas demasiado altas y la inversión de los mismos se centra en la negociación en las bolsas. Mientras, el desempleo sigue en niveles altos, especialmente entre los jóvenes y mujeres, y la desigualdad social crece, pues esta inyección de dinero llega no a toda la población sino a los dueños de las acciones y con capacidad de juego en el mercado bursátil.

Por tanto, creer que la solución es una política reformista que no trascienda el sistema capitalista es lanzar el balón hacia adelante, con consecuencias negativas para la clase trabajadora. La desigualdad emanada del sistema, en donde el salario mínimo  está estancado respecto a los retornos de capital y la productividad laboral lo que a la vez redunda en una alta concentración de ingreso (el coeficiente de Gini para Colombia era de 50.4 para 2018), así aunque correctamente para el caso colombiano se señala que estas operaciones deberían buscar ayudar a evitar los peores efectos de la crisis derivada de la pandemia, esto no es una solución real a la desigualdad económica, pues esta es parte de la lógica capitalista. 

La Teoría Moderna Monetaria busca resolver estos problemas de desigualdad, pero no se concentra en el tema de los derechos de propiedad, permitiendo la continuación de la propiedad privada sobre los medios de producción, la raíz de esa misma desigualdad. Mientras eso permanezca, y el Estado responda a la clase dominante, cualquier intento de reforma no prosperará en el largo plazo. Por el contrario, una respuesta socialista aboliría lo anterior, reemplazándolo por la nacionalización de los medios de producción bajo el control de la clase trabajadora. Con la implementación de esto, empezaría el socialismo, una etapa histórica donde el bien social es el fin y no el lucro individual, y con ello logrando el bienestar general de  la sociedad y el fin de las injusticias que la Teoría Moderna Monetaria intenta resolver. 

Referencias

Proponen imprimir más billetes en Colombia por la crisis económica 

Petro desinforma en su trino sobre la emisión del Banco de la República 

Detector: Petro no propuso “imprimir $30 mil millones para acabar con la pobreza” 

Petro propone que el Banco de la República emita billetes para los pobres 

El déficit de la salud se financiará con deuda pública: Juan Pablo Uribe 

Petro propone que el Banco de la República emita billetes para los pobres   

Los grandes grupos económicos que recibieron ayudas durante la pandemia 

Los bancos de Estados Unidos que ya no quieren más dinero de sus clientes  

Información estadística de PRODUCTIVIDAD en COLOMBIA  

https://compite.com.co/wp-content/uploads/2016/07/CPC_Productividad-WEB.pdf
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Luis Aristizabal

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