A pesar de su posición en 2016 contra la reforma tributaria del gobierno de Santos, y de señalamientos a su “gasto excesivo”. Iván Duque, y el Centro Democrático, al llegar al poder se han enfrentado a la misma disyuntiva, reformas tributarias para apuntalar su capacidad de administración de los recursos del país. Con los efectos de la pandemia en un punto especialmente alto, el Gobierno pretende ahora disfrazar de “solidaridad sostenible” una nueva reforma tributaria, la tercera en su período.
Si se pregunta a los economistas ortodoxos las razones de la reforma tributaria, apuntan a una simple justificación: La acumulación de déficits sucesivamente altos que han empujado la deuda a niveles peligrosamente cercanos al límite impuesto del Comité de Regla Fiscal. Esto fue de hecho una de las sombras en las elecciones de 2018, con las “calificadoras de riesgo” como Moody’s y Standard & Poors (que tienen el dudoso honor de haber sido ciegas al riesgo que desató la crisis de 2007-2008 en Estados Unidos, por lo cual Moody’s pagó una multa en 2017) expresando que sin una reforma que apuntalara la capacidad de obtener ingresos estatales, Colombia corría el riesgo de perder su grado de inversión y por tanto vería elevar los costos de su deuda pública. Duque llegó al poder declarando que su plan de exenciones tributarias y “economía naranja” desataría un círculo virtuoso que permitiría equilibrar esta situación y potenciar la economía.
Esto fue desmentido con los hechos, el hueco fiscal provocado por las exenciones de la primera reforma tributaria, aprobada en 2018, sólo se incrementó con las urgentes necesidades de la pandemia. Esto coincide con la creación de una comisión de expertos, que daría recomendaciones para una “nueva” reforma tributaria que buscará “ahora sí” dejar bases para un sólido sistema de tributación. Esta comisión elaboró un informe que mostraba la situación del sistema tributario colombiano, concluyendo que la progresividad fiscal es aún una aspiración, que existen enormes disparidades en la aportación por ingresos si se ven estos desde la fuente (laborales contra no laborales) y finalmente que se debían revisar las estructuras de subsidios y exenciones.
Todo esto nos lleva entonces al texto presentado el jueves 15 de abril de 2021. En plena pandemia, se desata una tormenta mediática, misma que hay que tomar con escepticismo. Como marxistas, se deben ver los hechos y proceder entonces al desmonte de las falacias.
El objetivo central de la reforma es cambiar la composición del origen de los ingresos tributarios, el cual muestra que “el 20% de los tributos son pagados por las personas naturales contra el 80% de las empresas”. ¿Qué quiere decir eso? En principio que efectivamente la legislación tributaria permite a las personas asalariadas ciertos beneficios para disminuir su retención de fuente o declaración de renta como lo son aportes a cuentas AFC, pensiones voluntarias o medicina prepagada.
El problema es que la población susceptible a esto es una minoría dentro de los trabajadores y esencialmente son la clase media profesional. Asimismo, las empresas también tienen sus propias formas de evasión que una persona natural no puede utilizar. Por tanto, por más que quieran disfrazar esto como “ponerse la mano en el corazón” la verdad es más cruda. La clase media (que según los mismos teóricos liberales, debiera potenciar la economía con su consumo) se verá ahogada por este incremento de sus obligaciones tributarias y la eliminación de estos mínimos beneficios. Si a eso se agrega que mucha de esta clase media depende en su mayoría del crédito para ciertas adquisiciones, el nudo se completa y la ahorca, especialmente para los que son autónomos o en situación de prestación de servicios.
Pero, se plantea que hay tributos que tocan a los privilegiados. Una lectura cuidadosa del texto muestra que esto no es cierto. A pesar de que si se busca mantener el impuesto al patrimonio, o a dividendos, esta parte del texto es la que aún es susceptible de cambios en el Congreso, y la que potencialmente no pasará, junto con ciertas medidas del IVA.
Resumiendo, lo que estos modelos técnicos no observan es el contenido de clase detrás de la reforma tributaria , que no es más que la muestra de la defensa de los privilegios de clase por parte de las élites. De hecho, en los resultados de la Comisión de Expertos una gráfica mostraba algo que es un secreto a voces, que el 1% más rico no tributa tanto de sus ingresos en comparación a esa clase media profesional demostrando que las élites, al tiempo que esgrimen el discurso de “Estado eficiente” y “la corrupción es un mal” son las mismas que menos aportan realmente a mantenerlo, por lo que “su conclusión general es que es un sistema tributario disfuncional e injusto, que promueve la inequidad.”
Los capitalistas declaran una tributación efectiva que no afecta realmente sus ingresos anulando la “progresividad” buscada en los impuestos. Así, aunque “técnicamente” la propuesta mejoraría la “progresividad” al hacer que más personas de altos ingresos laborales paguen, no se plantea gravar los dividendos por ejemplo (que es la mayor fuente de ingreso para los percentiles más altos).
Así pagan menos impuesto de renta los superricos
Pero a la clase trabajadora, ¿en que lo afecta esto? Si la reforma pasara como está, muchos se verán forzados a presentar una declaración de renta, por lo que también se impactaría su ingreso disponible. Por el otro lado, como ya anunciaron varios gremios, al encarecerse la cadena de producción, los precios tendrán un ajuste al alza. Si de por sí la disparidad de ingresos es alta (la mayoría de los trabajadores ganan el mínimo con solo el 30% recibiendo ingresos superiores a 1,500,000) esto impactará definitivamente los bolsillos. A menos que se diera un ajuste salarial importante, (totalmente improbable dada la ortodoxia de las autoridades económicas) esto solo representa desempleo, menos consumo y pobreza. Aunque los técnicos aleguen, que “esta reforma es mejor a el status quo” porque hace que más personas contribuyan, el hecho central es que no toca a las élites en sus ingresos. En suma, si en el papel esto es progresivo, en la práctica llevará a todo lo contrario.
Este capítulo solo demuestra el desgaste en la capacidad de respuesta del sistema económico capitalista, lo cual no es exclusivo de Colombia. A nivel mundial, varios países están en similares procesos, con la diferencia de que en los países desarrollados se busca “tocar” un poco a los intereses empresariales. Pero en esencia, no es más que el lógico resultado de este sistema, donde alguien tiene que pagar por la crisis, siendo que los capitalistas buscarán pasar el costo a la clase trabajadora.
Esto es una excelente oportunidad para que los sindicatos y demás organizaciones que están llamando al paro del 28 de abril muestren su militancia. Hay que ser claros en que esta militancia es aún incipiente, y muy probablemente encuadrada en los “límites” aceptados. En estos momentos donde se dan puntos de quiebre y el conflicto entre clases se evidencia es cuando la teoría debe dar paso a la acción. Las fuerzas vivas de la clase trabajadora tarde o temprano trascenderán a los liderazgos que permanezcan estáticos ante esto.
Nuevamente, esto demuestra la necesidad de trascender al capitalismo. Bajo un sistema de producción socialista, crisis económicas como estas no ocurrirían, ya que estas ocurren enteramente debido al mantenimiento de la propiedad privada y la anarquía en la producción. A través del último año, ha sido bien claro que la burguesía Colombiana ha empeorado las condiciones de vida de la gente y le ha dado impulso a la pandemia, a través de la reapertura inteligente y la pobre vacunación. En cambio, una economía planeada podría haber supervisado una propia cuarentena y haber financiado los costos personales de la gente a través del proceso, sin mencionar la reorganización económica requerida para saber cuáles sectores de industria se podrían mantener abiertos o cerrados de acuerdo a las necesidades productivas actuales. Todo esto podría ser administrado por los obreros de cada fábrica y lugar de trabajo.
Texto Propuesta Reforma Tributaria. | Pensión | Bienestar
Informe de la Comisión de Expertos en Beneficios Tributarios
Moody’s pays $864 million to U.S., states over pre-crisis ratings
La marcha de los calzoncillos en la reforma tributaria Economía