
Después del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado sábado 7 de junio, y de los múltiples ataques registrados en diversas regiones del país (Con Cali siendo el epicentro en Junio 10), la prensa burguesa ha iniciado una campaña de desprestigio contra la izquierda política del país, declarando que estos ataques son el producto de la polarización y un resurgimiento de la violencia política en Colombia.
Tal planteamiento resulta escandaloso, especialmente si se estudia con rigor el papel sistemáticamente represivo y reaccionario que ha jugado la élite nacional en su trato hacia los adversarios políticos. En realidad, la violencia política ha sido una herramienta tradicionalmente utilizada por la oligarquía colombiana para mantener el control y defender sus intereses de clase.
La violencia política
La violencia política es una realidad cruel del país, pero esta no es esgrimida contra la derecha y los representantes del empresariado colombiano. De acuerdo con Indepaz, más de 1770 líderes sociales han sido asesinados desde 2016. Esto sin tener en cuenta los 35 muertos durante el paro nacional del 2019 y los 80 muertos durante el paro nacional del 2021. O los 6402 asesinatos involucrados en el caso de los falsos positivos de Álvaro Uribe Vélez o los 4153 asesinatos de la unión patriótica. Es claro que la tendencia general ha sido la del uso indiscriminado de la violencia de parte de la clase dominante en contra de las organizaciones de la clase obrera.
Ciertamente, no creemos en el terrorismo individual o el asesinato político como métodos de lucha. Estos no clarifican a la clase obrera dónde está su poder: en su lugar en el proceso de producción y en sus enormes números, como la mayoría avasallante de la sociedad. La cuenta que tenemos que saldar con toda la clase dominante es demasiado alta para pasarsela a un solo individuo que simplemente será reemplazado por otro funcionario para cumplir su papel dentro de la maquinaria del estado.
Pero al mismo tiempo, no consideramos necesario lamentarnos al respecto del atentado contra un individuo que culpó a Dilan Cruz por “interponerse en el camino de la bala” durante el paro nacional del 2019 y tildó como mentirosas a las madres de Soacha que lloran a sus hijos víctimas de falsos positivos. Es claro que para Miguel Uribe, la violencia del estado en contra de los manifestantes y los disidentes era completamente aceptable siempre y cuando defendiera los intereses del empresariado.
Más bien, nuestra tarea es explicar que las verdaderas causas del atentado contra Miguel Uribe no son simplemente la “polarización” ni la falta de garantías para ejercer derechos democráticos básicos, sino las condiciones de la economía colombiana y el sistema capitalista. La realidad es que el atentado contra Miguel Uribe está íntimamente ligado a la desigualdad del país
Las condiciones materiales detrás del sicariato infantil
. El jovén sicario, Juan Sebastían Rodriguez, menor de 14 años intentó incorporarse al programa de “Jóvenes en Paz” para intentar recibir dinero ya que su madre había muerto y su padre se había mudado a España. Su situación doméstica se había vuelto insostenible y estaba a punto de terminar en las calles, según El Colombiano. No solo esto, pero de acuerdo a Cambio, son casi 7000 niños los sancionados por cometer homicidios y 96000 los que son sancionados por múltiples crímenes.
Este caso está ligado a que Colombia tiene la mayor pobreza infantil en la OCDE con el 35%. Según el DANE, la desnutrición cobró la vida de más de 200 infantes menores de 5 años durante el 2023 y durante el 2022 se registraron 377 fallecimientos de menores de 5 años por causas asociadas a la desnutrición, según cifras del DANE. En Bogotá, particularmente, hay 4000 niños sufriendo de desnutrición aguda.
En estas condiciones de alta pobreza, el llamado de sirena de los narcotraficantes y los sicarios tiene un eco bastante fuerte. El testimonio de Katherine Martinez (una de las involucradas en el atentado) explica cómo Elder José Arteaga (el cerebro detrás de la operación) buscaba a un menor de edad para asegurarse que no pudiera ser llevado a prisión y como se le ofrecieron 5 millones de pesos (1293 USD) a Rodriguez para asesinar a Uribe Turbay.
En otras palabras, este atentado está marcado por la pobreza y el atraso que son un caldo de cultivo para la violencia más cruel en nombre de un puñado de dólares.
La verdadera correlación de fuerzas
El atentado contra Uribe Turbay demuestra el alto nível de volatilidad en el cuál Colombia ha entrado en el último año de Petro. Muchos en la izquierda asumieron que su muerte llevaría a una etapa de represión y reacción. La victoria de las reformas debido a la presión de la movilización de las masas demuestra que la ecuación no es tan simple.
La realidad es que los cálculos de la burguesía colombiana están marcados por los paros nacionales del 2019 y, especialmente, el paro nacional del 2021 que por 45 días detuvo al país y amenazó con la caída del gobierno de Iván Duque. Para la burguesía colombiana es de la máxima importancia prevenir otro paro nacional. Es por esto que han preferido orientar su oposición al gobierno Petro a través de las instituciones.
Ciertamente, no es posible saber hasta el momento quienes fueron los verdaderos autores del atentado contra Miguel Uribe ni sus motivaciones. Lo importante es entender, sin embargo, como la derecha ha instrumentalizado estos eventos para su beneficio político y ha tratado de librar una campaña mediática en contra del programa de reformas por el que está luchando activamente la clase obrera. Sin embargo, esto es otra demostración de su debilidad política: con la ausencia de un programa político que pueda resolver la crisis del capitalismo colombiano, tienen que recurrir a la demagogia y a las calumnias para conseguir la sombra de un eco dentro de la sociedad.
Pero ese eco es limitado al hecho real de que sus políticas representan el pasado del país. El futuro de Colombia, en cambio, vaticina una lucha de la clase obrera para ponerle fin al atraso que define la vida. Esa lucha no involucraría sicarios ni asesinatos, pero la movilización titánica de la única clase que puede acabar con el estancamiento de la sociedad colombiana y la pobreza que genera estos sicarios: la clase obrera.