
Después de dos meses y tres jornadas de paro nacional, la reforma laboral de Petro ha sido oficialmente aprobada en el congreso y el senado a pesar de ser archivada inicialmente en una maniobra que desató la furia de la clase obrera a través de todo el país.
En un país en el cuál el salario mínimo es 1’623.500 COP (397.70 USD) y el costo de vida está promediado en 3’100.000 COP (759.39 USD) no es sorprendente que la caída de la reforma laboral se convirtiera en el punto de mayor contención del programa de Petro tanto para los obreros como para la clase dominante que depende enormemente de estos salarios tan bajos para poder atraer inversión extranjera. Las movilizaciones a través de todo el país iniciaron desde Marzo 18 y llamaron a cientos de miles de obreros a través de las principales ciudades del país. El primero de mayo fue un punto de inflexión con una de las manifestaciones más grandes en la historia del país en donde se radicó la consulta popular.
La consulta popular se volvió un punto de contención en el senado, que la hundió en nombre de revivir la reforma laboral. Efectivamente, la reforma laboral de Petro solo fue aprobada en gran parte para prevenir la consulta popular. Ciertamente, esta victoria mejorará enormemente la calidad de vida de la clase obrera. Pero la única manera de hacer que de verdad valga la pena es preparando más avances a futuro. Para lograr esto es necesario tomar un balance de lo que se ha logrado y lo que necesita lograrse.
El papel de la dirección reformista
Los comentaristas pagos de la prensa burguesa como la Silla Vacía han tratado de ocultar los hechos al respecto de qué logró la reforma laboral, manifestando que su aprobación demuestra que Petro no necesitaba movilizar a los sindicatos o convocar una consulta popular ya que al final, la reforma laboral fue aprobada. Pero hay que ser claros: la reforma fue derrotada y archivada en el congreso. Es claro que el papel de Ángelica Lozano y los senadores del “centro” fue tratar de pasar una reforma laboral que le gustara a los empresarios que habían declarado guerra a la reforma a través de reportes tratando de demostrar que esta reforma acabaría con 500.000 trabajos en la economía.
Si no hubiera sido por la presión de las manifestaciones y la amenaza de una consulta popular (que continuaría las movilizaciones por meses enteros), los senadores no tendrían por qué revivir la reforma laboral y aprobar 66 de los 70 artículos iniciales, a pesar de intentar mitigar para complacer a los empresarios que presionaron enormemente para evitar una consulta popular. Especialmente vale la pena notar el papel de los cabildos a la hora de organizar las manifestaciones ya que en varias ocasiones, las organizaciones barriales las usaron para litigar la pasividad de la dirección sindical.
En ese sentido, esto es una victoria para el Pacto Histórico y va a reforzar la autoridad política de Petro dentro de la izquierda por un tiempo. Sin embargo, hay que decir que este resultado en verdad refleja las debilidades de la oligarquía y de los reformistas
Por un lado, la oligarquía tuvo que conceder la mayoría de las aristas de las reforma laboral al gobierno debido a su temor de una consulta popular, que se podría convertir en un punto de convergencia para las fuerzas sindicales y de izquierda en general debido a la popularidad de la reforma laboral.
Por el otro lado, el reformismo deliberadamente intentó usar tácticas que no llevaran a movilizaciones de carácter indefinido para mantener al movimiento dentro de los rieles de la democracia parlamentaria. Esencialmente, el Pacto Histórico no tuvo problema en usar puntos de convocatoria dispersos, programar marchas a fechas distantes unas de otras y asegurar que los cabildos sólo tuvieran a los mismos ponentes de los dirigentes sindicales de siempre para prevenir que el movimiento se fuera de sus manos.
Sin embargo, el factor dominante de la vida política en Colombia es el hecho de que la oligarquía teme enormemente la posibilidad de un paro nacional y teme la movilización de las masas al respecto de las reformas precisamente porque teme un paro nacional. Es por esto que la amenaza de la consulta popular, a pesar de las movilizaciones anodinas, logró hacer que el empresariado se estremecieran primero.
¿Cómo responderá el empresariado?
La reforma laboral aprobada tiene la mayoría de los artículos que se incluyeron en la consulta popular planeada en caso de que la laboral no pasara el congreso: recargos dominicales y festivos hasta el 100% desde 2027 (con incrementos progresivos en los años intermedios), recargos nocturnos cobrados desde las 7 PM por 35%, formalización de contratos por defecto como intentó de proveer estabilidad laboral, el pago del del salario mínimo a los trabajadores del SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje) durante su fase práctica, entre otras.
Estas reformas son un logro para la clase obrera colombiana, que ha sufrido décadas de precarización desde los días del gobierno de Álvaro Uribe, que declaraba que a “Colombia le está matando la pereza” mientras proponía una reforma que representó pérdidas de 44 millones de pesos por trabajador.
Sin embargo, es importante explicar que el capitalismo colombiano no está produciendo suficientes riquezas para poder implementar las reformas dentro de los márgenes del capitalismo (i.e generando suficientes ganancias para los empresarios y manteniendo el flujo del capital extranjero entrando directo al país). De allí los lloriqueos de los gremios del empresariado, hablando de cuántos empleos formales se perderían debido a la reforma laboral y de la posible quiebra de las pequeñas empresas.
Por consiguiente, el empresariado colombiano no se va a quedar cruzado de brazos. Eventualmente tendrá que ir a la ofensiva para recuperar las pérdidas que este aumento salarial le infligirá a sus ganancias.
La necesidad de la sindicalización
Hubo muy pocas concesiones hechas a la clase dominante para poder pasar la reforma laboral. La más importante ocurrió cuando la reforma fue aprobada en la cámara de representantes en Junio 23 de 2024. Esta fue la concesión de los artículos protegiendo el derecho a la huelga y la sindicalización. La eliminación de estos artículos causa lastros a la organización de la clase obrera en un país en el cuál solo el 4% de la clase obrera está sindicalizada.
Efectivamente, esta concesión ayuda a la oligarquía colombiana a dormir más tranquila. Las empresas más grandes del país dependen de sus lazos con el mercado mundial que depende en gran parte de la tasa de explotación de la clase obrera colombiana, cuya productividad laboral está en 83,100.55 (20.50 USD) y su salario mínimo por hora está en 7736 COP (1.89 USD)
Ciertamente los incrementos salariales y las reformas desde arriba son bienvenidas. Pero nos hacemos ilusiones. En última instancia, estos incrementos a los pagos dominicales y pagos nocturnos fueron obtenidos por la movilización de la clase obrera, y la única manera de mantenerlos es precisamente fomentando la organización de la clase en sindicatos y centrales obreras que le permitan a la clase organizar huelgas y extender la lucha a cada lugar de trabajo.
La realidad es que la implementación de la reforma laboral depende de la dirección de la clase obrera, que vele por la organización de la misma y se asegure de que cada lugar de trabajo honre los términos de la reforma. Pero no solo es esto: la clase obrera tiene que atreverse a ir por mucho más. Como hemos expuesto, la clase obrera sólo recibe un 10% del dinero que produce para la sociedad.
La realidad es que ninguna de las empresas que existe en este país podría existir sin el trabajo de la clase obrera. Si las empresas que pregonan existir para el bien de la sociedad no pueden sostener las vidas de los obreros que las hacen posibles, claramente deben abrir las cuentas y demostrar que no pueden pagar un salario digno. Y de ser así, deberían ser expropiadas y puestas bajo el control de los obreros que las hacen posible en primera instancia.
La única manera de acertar el control de la clase obrera sobre las empresas, sin embargo, es a través de la sindicalización, que le permitiría a la clase obrera unir las luchas de cada fábrica que pertenezca a su mismo sector y generalizar su lucha. Solo sobre esta base puede la clase obrera luchar por sus derechos. Sin organización, como Marx muy bien explicó, la clase obrera es materia prima para ser explotada. Pero organizada y alineada en formación de combate, puede doblegar a la patronal ya que ella misma produce la riqueza de la burguesía.
Como romper el bloqueo institucional
A pesar de las rondas intermitentes de movilización, es claro que el “paro nacional” del 2025 demostró cómo romper el bloqueo institucional: sólo la movilización de la clase obrera y la expansión de su poder puede romper el impasse en el que se encuentra la lucha por las reformas.
Sin embargo, hay que analizar esta victoria de manera sobria y explicar que la lucha por las reformas continua. La lucha por un sistema de salud y educación que no rompan la banca de los trabajadores del común todavía está en la agenda, igual que la lucha por una reforma agraria que rompa el monopolio de los latifundistas. Esto implica una lucha intransigente contra la clase dominante de este país.
Para lograr victorias semejantes a ésta, la clase obrera debe expandir la organización de su clase a cada lugar de trabajo y fomentar movilizaciones y huelgas que golpeen a la clase obrera en la base de su poder, que es el lugar de trabajo donde somos explotados para producir sus mercancías.
La economía colombiana, a pesar de su crecimiento, está claramente chocando con los límites del capitalismo internacional. De allí la necesidad de romper la regla fiscal para poder mantener tasas de crecimiento de 3% que el gobierno necesita para poder continuar con un programa de reformas sociales y un desempleo del 8.8%. Eventualmente, esta limitación significará que la patronal tendrá que reducir salarios y servicios sociales para recobrar sus ganancias. Para citar a un economista de los Andes:
“Estamos viviendo como si estuviéramos en pandemia, pero sin pandemia. Y la cuenta llegará, como siempre, vía impuestos o recortes sociales”.
Ante esta posible ofensiva de la clase dominante, es necesario aprovechar el momento histórico y construir expandir el sindicalismo a cada lugar de trabajo. Será sobre esta base, en la lucha en las calles y en cada lugar de trabajo, con huelgas, movilizaciones y ocupaciones, que la clase obrera podrá expandir la victoria de la reforma laboral a la victoria por todas las reformas.
¡La lucha continúa!
¡A parar para avanzar!
¡Ni un paso atrás, hasta la victoria siempre!