Política

Las grabaciones de Leyva revelan el carácter sumiso de la burguesía colombiana

Las grabaciones de Leyva revelan el carácter sumiso de la burguesía colombiana

En Julio 3, Estados Unidos llamó a su embajador en Colombia para consultas urgentes al respecto de “declaraciones infundadas y reprobables” de parte del Presidente Gustavo Petro. Marco Rubio, el secretario de Estado, no especificó cuáles son estas supuestas declaraciones infundadas ni que otras medidas está adoptando Washington. 

Sin embargo, estas medidas ocurren en medio del escándalo por la revelación hecha por el diario El País de España  de unas grabaciones del ex-canciller Alvaro Leyva donde hablaba de un plan  de un golpe de Estado con la ayuda del gobierno Norteamericano y la complicidad de  senadores como Díaz-Balart y Carlos Antonío Gimenez. Estas medidas tienen precedentes, teniendo en cuenta la guerra arancelaria que Trump y Petro estuvieron a punto de iniciar en Enero con respecto al trato  represivo de los inmigrantes deportados por el gobierno de Trump.

El patio trasero de los imperialistas

La historia de Estados Unidos está llena de complots, golpes de estados e  intervenciones en el Cono Sur, desde el derrocamiento de Salvador Allende en Chile hasta el de Jacobo Arbenz en Guatemala, pasando por su intento de golpe al gobierno de Hugo Chavez en 2002. En ese sentido, las declaraciones de Petro de Julio 11 —que probablemente motivaron esta respuesta— sobre la posibilidad de un golpe de Estado gestionado por los Estados Unidos no son “infundadas”, sino que cuentan con un  claro precedente histórico.

La política exterior de Estados Unidos, desde la llegada de Donald Trump a la presidencia, se ha caracterizado por el uso de  tácticas de presión a sus “aliados” y supuestos socios  para forzarlos a renegociar acuerdos comerciales en términos más favorables para Washington. Esta estrategia ha llegado incluso a categorizar a países como México bajo el rótulo de “narco-estados” para implementar medidas antiterroristas y presionarlos a aceptar los aranceles sin represalias. 

En este contexto, la respuesta de la oligarquía colombiana está guiada por un principio por encima de todos: preservar su relación sumisa a los imperialistas para recibir las pocas migas de pan que se les caen del plato durante su festín. Este mismo principio fue el que guió la implementación del  Plan Colombia y la construcción de bases militares en territorio colombiano, cercando la frontera con Venezuela durante los primeros años de la Revolución Bolivariana. 

Más recientemente, fue el establishment político de la oligarquía colombiana el que llamó a funcionarios y senadores estadounidenses para deslindarse de la retórica de Petro y alcanzar, entre bastidores, un acuerdo  que garantizara la continuidad de  las relaciones comerciales. 

Durante esa confrontación, Petro obtuvo concesiones simbólicas al respecto del trato de los migrantes; sin embargo, en última instancia, se doblegó ante el acuerdo conseguido por la oligarquía a los Estados Unidos. En esta ocasión, después de 15 días, envió una carta a Donald Trump aclarando que sus declaraciones en Cali no eran nada más que una advertencia sobre desestabilización en la región y que él buscaba mayor colaboración con los Estados Unidos. La realidad es que la relación entre Estados Unidos y Colombia es demasiado importante para el capitalismo colombiano, que Petro defiende, para librar una lucha a como dé lugar contra los imperialistas. 

El carácter sumiso de la clase dominante colombiana

Los hechos son los siguientes: un ala de la clase dominante colombiana ha estado en contacto constante con senadores estadounidenses, planeando por meses como “gestionar la salida de Petro”. Ahora que se ha revelado este complot, el gobierno de los Estados Unidos está usando su poderío para aumentar la presión hacia un presidente elegido democráticamente por las masas colombianas sin ninguna razón explícita. Hasta ahora, su único “crimen” ha sido intentar implementar el programa por el que ha recibido la mayor votación en la historia del país.

La esencia de la situación es que los imperialistas Estadounidenses consideran necesario disciplinar a los estados del sur que se salgan de la línea para así asegurar su control de la región. En esta nueva campaña del imperialismo estadounidense, la clase dominante colombiana ha decidido tomar el bando de los imperialistas ya que tienen muy claro donde están sus intereses. De allí ha surgido una campaña de calumnias que ha involucrado a todos los medios, atacando al primer gobierno de izquierda con todas las tácticas de presión mediática posibles.

Esta ha sido la táctica preferida de la clase dominante hasta ahora debido a su temor a la respuesta de la clase obrera a un verdadero golpe de Estado. La realidad es que semejante aventura contra Petro sería respondida con un movimiento de masas similar, o más grande,  al del Paro Nacional del 2021. Esto ha sido comprobado en parte por las enormes movilizaciones de los últimos tres meses en la lucha por la reforma laboral, culminando en las marchas del 1ro de Mayo más grandes en la historia del país. Es por esto que el complot de Leyva no obtuvo un mayor eco dentro de las altas cúpulas de la clase dominante estadounidense y tuvo que ser rechazado públicamente por la oligarquía que quería limpiar su reputación. 

Si bien no pueden derrocar militarmente al presidente, es claro que la oligarquía va a librar una lucha sin cuartel contra las reformas y este gobierno a través de las “instituciones democráticas” diseñadas para defender la propiedad privada al igual que la prensa burguesa. Esto se debe a que el gobierno de Petro representa un riesgo enorme para esa élite nacional. 

Para ellos, no hay nada más peligroso que un gobierno que intente representar genuinamente las aspiraciones de la clase obrera y el campesinado, ya que semejante movimiento podría inspirar a las masas a ir más allá de los límites impuestos por el reformismo. Es por esto que esta interferencia de parte de la burguesía colombiana y sus aliados en Washington nunca se detendrá. 

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Una respuesta revolucionaria

La realidad es que la “guerra arancelaria” de Enero y este nuevo episodio de injerencia imperialista revelan las debilidades del Pacto Histórico. Una coalición que incluye elementos como Álvaro Leyva (proveniente del Partido Conservador y la élite política colombiana) y Armando Benedetti (militante del Uribismo, luego del Santismo y ahora el Petrismo) tiene fisuras por dentro que serán expuestas en medio de crisis como estas. 

Los eventos en enero nos dieron una demostración de esto. Cuando Petro se atrevió a desafiar el trato represivo de inmigrantes colombianos de parte del ICE, la oligarquía colombiana movilizó todas sus fuerzas para conciliar con la clase dominante estadounidense, disculpándose por las declaraciones de Petro, de acuerdo al New York Times:

“Al menos tres ex presidentes, entre ellos Uribe, un líder de derechas enemistado desde hace tiempo con Petro, también se ofrecieron a ayudar a capear el temporal. Un funcionario con conocimiento de los acontecimientos dijo que el Sr. Uribe había llamado a la Sra. Sarabia y le dijo, esencialmente: Tenemos diferencias con el presidente Petro. Ha cometido un error. Pero tenemos que resolverlo. ¿Cómo puedo ayudar? Sarabia instó a Uribe a llamar a sus amigos en Washington, incluido el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio.” 

A través de los últimos seis meses, las injerencias estadounidenses en contra del primer gobierno de izquierda han aumentado. Desde la presión a través de los aranceles al inicio de la administración Trump han habido todo tipo de roces con la administración Trump, incluyendo la acusación a Petro de defender a narcotraficantes del Tren de Aragua de parte de la Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem.

Petro hasta ahora no ha cedido ante la presión, ciertamente. Pero su programa político de reformas lo pone en un curso de colisión directa con la burguesía estadounidense que necesita reafirmar su control de las Américas para empezar a contraatacar el avance de China en el control del mercado mundial. En un momento u otro, será confrontado con la realidad de que no se puede servir a dos amos al mismo tiempo y tendrá que decidir entre el capitalismo colombiano (que depende de la inversión extranjera para sobrevivir) o las reformas (a las que los inversores extranjeros temen debido a que amenazan sus ganancias)

El Pacto Histórico tiene que trazar una línea en la arena y remover a todos aquellos elementos alineados con la burguesía nacional cuyos intereses materiales están directamente alineados con el imperialismo estadounidense y dependen de la explotación de los obreros para sobrevivir. Aquellos que acepten mantener su militancia dentro del Pacto Histórico deben aceptar un programa político explícitamente anti-imperialista y rendir cuentas a las masas a través del principio electivo. En caso de que sus acciones se deslinden del programa, deben ser reemplazados por militantes de base que estén dispuestos a defender el programa que defiende las reformas. 

Es enteramente posible que en la lucha por las reformas, los imperialistas decidan intervenir de manera más directa y aislar a la economía colombiana del mercado mundial para frustrar su programa político. Es necesaria una política explícitamente internacionalista que apele directamente a los obreros y campesinos de la región latinoamericana en general para sobrellevar esto. Un llamamiento de Colombia al resto de la región a luchar contra el imperialismo estadounidense sería un toque de clarín a los oprimidos de América Latina a saldar cuenta con la fuerza más reaccionaria en la historia, que ha apretado su bota en el cuello de la clase obrera y el campesinado de Latinoamérica por décadas. 

Sin embargo, para que este llamamiento tenga un eco, tiene que estar combinado con un programa socialista que muestre en los hechos que la clase obrera tiene la capacidad de resolver la crisis del capitalismo en Colombia y en América Latina. Solo sobre la base de un partido independiente de la clase obrera que enarbole la bandera de la revolución socialista se podrá ponerle fin de una vez por todas a las injerencias del imperialismo estadounidense y la clase obrera podrá tomar control de su propio destino.

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Gabriel Galeano

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