Analisis Internacional

Guatemala: Las elecciones 2023 y el Paro Nacional contra el golpe de Estado

Guatemala: Las elecciones 2023 y el Paro Nacional contra el golpe de Estado

El sábado 30 de septiembre las comunidades indígenas y campesinas en Asamblea General convocaron a un Paro Nacional que se ha extendido a la capital y en la que se han sumado diversos sectores de la sociedad para exigir el respeto a los comicios electorales de agosto pasado. Hoy (6 de octubre) se cumplen 5 días del paro indefinido, los manifestantes además exigen la renuncia de la fiscal general y otros fiscales que buscan interferir en el proceso electoral.

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En junio y agosto del 2023 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en Guatemala, las cuales se definieron en dos vueltas y convocaron a 9 millones de electores. En la primera vuelta, compitieron una decena de candidatos. Finalmente, con un 60 % del electorado, dos candidatos pasaron a la segunda vuelta.

Por un lado, estaba Arévalo del partido Semilla, que surgió de movilizaciones históricas en 2015, y por el otro lado, Sandra Torres del sector derechista y conservador. De los resultados de la segunda vuelta salió triunfante Arévalo, lo que desencadenó un proceso de interferencia e ilegalidades por parte del Ministerio Público (MP) ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para desestimar estos resultados, esto ha despertado la indignación y rabia entre las masas campesinas y trabajadoras sobre un golpe de Estado en proceso.

El papel del Ministerio Público como defensor del sistema corrupto

Desde la llegada de Consuelo Porras en 2018 al MP, el ministerio se ha vuelto un arma bien afilada para organizar la defensa de los corruptos y la oligarquía. Esta fiscal es una fiel representante de la oligarquía nacional en el Estado. Desde el MP se han desarticulado procesos de investigación y enjuiciamientos que eran conquistas de las masas alzadas en las calles desde el 2015, se ha perseguido a la prensa y acusado a figuras críticas al régimen. Durante este periodo, personas como Thelma Aldana, Andrei González, Claudia Escobar Mejia, Juan Francisco Sandoval, incluidos jueces y fiscales contra la corrupción, han tenido que exiliarse para no ser víctimas de la cacería de brujas que desató la fiscal general y el presidente Giammattei.

Durante todo el proceso electoral el MP ha jugado un papel de punta de lanza del régimen. Entre los actos irregulares figura el bloqueo de tres candidatos que destacaron en las encuestas de opinión, incluida la líder indígena Thelma Cabrera, quien era candidata favorita en las encuestas. También se intentó la cancelación del partido Semilla al final de la primera vuelta electoral, este proceso continúa en desarrollo. Estas irregularidades han sido denunciadas por las organizaciones sociales y por los mismos observadores internacionales e incluso cubiertas por medios internacionales.

La BBC informó sobre Guatemala el 1 de octubre: «El Ministerio Público de Guatemala allanó la sede del Tribunal Supremo Electoral (TSE) en Ciudad de Guatemala y se llevó varias cajas que contenían las actas originales de los resultados de las elecciones presidenciales celebradas el 20 de agosto, en un operativo que se realizó entre el viernes y el sábado».

Mientras tanto, Europa Press señaló el 24 de agosto: «El Ministerio Público de Guatemala ha solicitado este miércoles retirar la inmunidad de tres magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), incluida la presidenta del organismo, por los presuntos delitos de incumplimiento de deberes, abuso de autoridad y la implementación de resoluciones que habrían violado la Constitución».

El Paro Nacional y la resistencia de la oligarquía

La interferencia del MP en los resultados electorales tuvo como respuesta el anuncio de un Paro Nacional que comenzó el 2 de octubre. Hoy, 6 de octubre, se cumplen 5 días del paro convocado por la población indígena campesina, organizada en la agrupación «48 Cantones de Totonicapán». Esta organización ha extendido de manera combativa el llamado al Paro Nacional en defensa del resultado electoral de agosto pasado, cerrando las principales arterias del norte del país y las fronteras con México y El Salvador.

Toda esta utilización descarada del aparato estatal, en particular del MP, manejado por la odiada y corrupta fiscal Consuelo Porras no ha hecho más que radicalizar a las masas campesinas y trabajadoras. Estas han pasado de expresar su descontento a través de las urnas a organizar el Paro.

El TSE ya ha dado su veredicto final, aunque quedan procesos mínimos por hacer, que se extienden hasta el 30 de octubre. Sin embargo, estos procesos electorales finales no cambiarán o no deberían alterar el resultado final de los comicios que han dado como ganador a Arévalo.

Los representantes políticos de la oligarquía, agrupados en lo que comúnmente se conoce como el «pacto de corruptos», que engloba a los viejos partidos del régimen guatemalteco, están haciendo todo lo posible para detener el proceso de transferencia de poder al presidente electo. Su principal herramienta, por ahora, es el Ministerio Público. Es importante enfatizar que, basándonos en la experiencia de la lucha de la clase obrera, sabemos que el régimen no dudará en utilizar la fuerza represiva del Estado contra el pueblo que exige el respeto a la decisión de las urnas.

Este es otro ejemplo claro de cómo las oligarquías nacionales y el imperialismo no renunciarán al poder y sus privilegios de manera fácil, ni siquiera en los sueños más optimistas de los reformistas.

El programa de Bernardo Arévalo y la reacción del régimen

El caso de Guatemala, con Bernardo Arévalo es revelador y educativo al mismo tiempo. Muestra que incluso un partido, un candidato y un programa que no van más allá de los límites del capitalismo enfrentarán resistencia por parte de la clase dominante.

Bernardo Arévalo, hijo del expresidente Juan José Arévalo, uno de los presidentes más progresistas de Guatemala, ganó la presidencia con un programa muy diferente al de su padre. El programa de Arévalo hijo no propone cambios radicales fuera de los límites de la democracia burguesa. Arévalo padre, al menos, hizo de la reforma agraria, en los tiempos de la asesina Fruit Company, la lucha emblemática de su gobierno, en cambio, el partido de su hijo basa su programa en la lucha contra la corrupción, la justicia social y la protección del medio ambiente, en términos concretos, en el respeto al sistema capitalista con algunos cambios menores.

La oligarquía guatemalteca no teme tanto a Arévalo, tanto como sí a lo que su candidatura puede inspirar en el pueblo. Hemos visto cómo la candidatura de Arévalo parecía surgir de la nada. Todas las encuestas de opinión no daban un cinco por la candidatura de Arévalo y presentaban a la ex primera dama del país como la virtual ganadora de las elecciones presidenciales de 2023.

Las instituciones controladas por la clase dominante se apresuraron a eliminar la competencia más inmediata de Torres. Sin embargo, no anticiparon que la rabia y el descontento de los oprimidos se expresarían a través del candidato del partido Semilla, al menos hasta los resultados de la primera vuelta electoral que colocaron a Arévalo en la disputa final por la presidencia frente a Torres. Este fue un cambio inesperado, en ausencia de un partido de la clase obrera, las masas finalmente se han expresado en el único instrumento que tenían a la mano.

Qué tipo de partido es Semilla

Semilla es un partido que surgió como movimiento y luego como partido a raíz de las movilizaciones de 2015, cuando las masas lograron la dimisión del corrupto y odiado presidente Otto Pérez Molina. Desde entonces, un grupo de intelectuales inició un proceso para la construcción de un partido que pudiera liderar las luchas de los sectores oprimidos guatemaltecos.

Se pueden decir muchas cosas sobre el partido Semilla, pero lo que no se puede decir es que este sea un partido que atente contra el sistema capitalista, todo lo contrario. Semilla es un partido que se declara a favor de la democracia liberal, y su objetivo se basa en la lucha contra la corrupción para restablecer el equilibrio democrático liberal, que se ha perdido en Guatemala en los últimos años. Claro, dentro de sus objetivos se encuentran demandas progresistas mínimas, derechos que han sido arrebatadas por la podrida oligarquía del país o en el peor de los casos derechos de los que nunca han gozado en el país, como los derechos de los indígenas, la protección del medio ambiente y los derechos de las mujeres y poblaciones oprimidas. Sin embargo, nada de esto atenta contra los privilegios de los ricos, estas demandas, aunque correctas, no solucionan el problema de raíz del país, es como limpiar el Estado burgués de las manchas que algunos corruptos han dejado, manteniendo la explotación y la opresión del sistema tal como está. Es luchar por un capitalismo con «rostro humano».

Orgánicamente, el partido Semilla es un partido pequeñoburgués liberal. En ausencia de un partido auténtico de la clase obrera que plantee cambios profundos para acabar con la explotación y la opresión, las masas buscarán, como ha sido el caso, cualquier alternativa para expresarse. El vacío se ha llenado, en esta ocasión, con el Partido de Bernardo Arévalo. La tarea más urgente de la clase obrera y campesina guatemalteca es construir un partido independiente de los oprimidos y plantearse la lucha por la superación del sistema capitalista, que es la fuente de todos los males que padecen los guatemaltecos.

La debilidad del régimen amenaza la estabilidad de los opresores

Una de las expresiones más contundentes del malestar de las masas trabajadoras en Guatemala es su desprecio por las instituciones del Estado, ninguna institución estatal se salva de la crítica mordaz de la población, de hecho los comicios electorales, no han tenido la mayor participación de los electores, la abstención fue la expresión más contundente de la primera vuelta electoral. La cancelación de diferentes candidaturas, y en última instancia el paso repentino de Semilla a la segunda vuelta, no hizo más que radicalizar el voto, no en favor del partido Semilla, sino en contra del sistema corrupto.

La oligarquía sabe perfectamente que por debajo de la superficie se están preparando grandes acontecimientos en Guatemala, un paso en falso de la clase dominante y las masas trabajadoras pueden paralizar el país. Uno de los objetivos de la clase dominante seguramente es impedir que tramas políticas, corrupción y beneficios a los magnates del país sean descubiertos a la llegada de Arévalo a la presidencia. El destape de la corrupción puede animar a las masas a exigir más allá de los límites de la democracia burguesa. Esto es a lo que le teme la clase dominante ahora y por supuesto lo que intenta evitar con la ayuda del MP y todos los medios que estén a su alcance.

Tradiciones de lucha en Guatemala

Durante la última década, Guatemala ha sido un país en constante agitación revolucionaria, siendo solo superado por Honduras en la región centroamericana. Las masas guatemaltecas han tomado las calles una y otra vez para exigir sus demandas, han derrocado presidentes en 2015 e incluso han llegado a quemar el palacio legislativo (2020). Podemos afirmar con seguridad que se trata de un proceso en desarrollo que avanza, se estanca y, a veces, retrocede, pero que con el tiempo está tomando forma. En su desarrollo va marcando un gran potencial revolucionario. Es precisamente este proceso lo que teme la burguesía y lo que, sin duda, intenta contener mediante el uso de instituciones estatales como el MP, y sus representantes, como la fiscal general Consuelo Porras y Rafael Curruchiche.

El empresariado y los EEUU

El empresariado nacional y el imperialismo estadounidense están involucrados en este plan. El Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), la principal cámara de empresas del país, se siente amenazado por el triunfo del pueblo trabajador en las urnas. Ante la imposibilidad de comprar voluntades o llevar a cabo fraudes electorales, ahora intenta dar un golpe de Estado reaccionario para mantener la estabilidad del régimen en su beneficio y proteger sus privilegios.

Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea han condenado, de palabra, a los jueces involucrados en el golpe. Sin embargo, no debemos dudar de que detrás de estos movimientos golpistas se encuentran las maquinaciones del imperialismo estadounidense, que siempre está interviniendo en la región. La situación es complicada; una resolución inmediata que excluya a Arévalo, impugnando las elecciones o algo similar, podría desencadenar un movimiento de gran magnitud en Guatemala, e incluso una insurrección. Sin embargo, también se podría intentar la táctica de desgastar gradualmente a las masas en las calles hasta que se cansen. Para evitar esto, el paro debe extenderse a todas las regiones del país y tomar el control del mismo.

Perspectivas del Paro Nacional

Los líderes de la población indígena/campesina, las mujeres, la juventud y los sindicatos en lucha deben comprender que Guatemala está al borde de un golpe de Estado. La clase dominante no renunciará a sus privilegios con facilidad y hará todo lo posible por mantener el control de su Estado. Esto no se puede combatir con llamados débiles a la paz y al respeto de los procesos de la democracia burguesa, ni con llamados a la comunidad internacional. La triste historia de la clase obrera latinoamericana ha demostrado una y otra vez que una actitud pasiva conduce a la derrota, a menudo sangrienta, del movimiento obrero. Las clases oprimidas de Guatemala solo tienen un aliado confiable y ese es indiscutible todos los que padecen día con día la explotación y la opresión del régimen, solo en ellos existen las perspectivas de la victoria revolucionaria.

Las consecuencias de un golpe de Estado contra el presidente electo serían devastadoras para los indígenas, campesinos, la juventud y los trabajadores en general. Si el golpe tiene éxito, posiblemente enfrentaremos la instauración de un régimen ilegítimo que reprimirá a quienes desafíen su poder, lo que resultará en más persecuciones, asesinatos y exilios de líderes del movimiento. Mucho peor de lo que ya han experimentado los críticos del régimen. La lucha de las clases oprimidas, que ha avanzado en los últimos años con conquistas significativas, como la victoria electoral, podría retroceder con la implementación de un Estado policiaco militar.

Las tareas de los líderes del movimiento

Por lo tanto, la tarea inmediata de los líderes del movimiento en esta etapa de la lucha debe ser convocar a un paro general indefinido de todos los sectores oprimidos del país. Extender el paro a las comunidades, universidades, escuelas secundarias y, sobre todo, a los centros de trabajo de todo el país, ayudará a consolidar la lucha contra el golpe. Los indígenas en los «48 Cantones» tienen sólidas tradiciones asamblearias, la juventud y la clase obrera guatemalteca deben adoptar estas prácticas, extenderlas a todo el país para luchar no solo por las demandas democráticas sino por demandas más profundas que afectan a las condiciones de vida de los guatemaltecos.

A convocar autodefensas obreras

Ante la amenaza de la represión militar, que no tardará en aparecer a medida que se profundicen los acontecimientos, la dirección del movimiento debe pasar a la acción, organizando comités de autodefensa en todos los sitios donde el Paro se extienda. La burguesía no dudará en reprimir si es necesario, los líderes no deben tener una actitud pasiva llamando a la paz; al contrario, debemos pasar a la organización y la gestión de las autodefensas contra las acciones represivas por parte del Estado. No se puede permitir tener más mártires en nuestra causa por la liberación, y eso solo se puede evitar pasando a la acción de autodefensa revolucionaria.

Por una asamblea nacional revolucionaria

La organización indígena, campesina y proletaria debe luchar para desmantelar todas las instituciones que la clase dominante utiliza para imponer la explotación, deben barrer con todo el podrido Estado burgués. La única forma en que la clase obrera guatemalteca puede poner fin a su largo y doloroso sufrimiento a manos de una oligarquía obstinada y asesina es tomando el control del país, convocando a una asamblea nacional revolucionaria de delegados elegidos democráticamente en todos los sectores en lucha, que agite un programa revolucionario enfocado en tomar medidas que pongan fin a los problemas más profundos de la clase obrera. No basta con luchar por demandas dentro del régimen democrático burgués; no es suficiente con maquillar al viejo Estado burgués, este debe ser sustituido por la coordinación de la asamblea de delegados elegidos. Solo el control del país por el pueblo podrá salvar al pueblo.

Una asamblea nacional revolucionaria de delegados debe considerar medidas como la reforma agraria revolucionaria, el control de la industria y las tierras, la expulsión de las transnacionales capitalistas extranjeras, planificar la economía y la producción con base a las necesidades reales de la sociedad. La nacionalización y el control de los bancos para ponerlos en manos del pueblo revolucionario y que sirvan para resolver los problemas sociales de los más pobres del país.

Los campesinos indígenas ya han dado ejemplos de sacrificios revolucionarios; debemos luchar contra el sistema para imponer la voluntad de las asambleas revolucionarias del pueblo trabajador y expulsar de una vez por todas a los empresarios, terratenientes y banqueros que imponen la pobreza y la explotación más despiadada. No hay otro camino; solo la lucha revolucionaria puede ofrecer a Guatemala un futuro diferente para las nuevas generaciones y hacer que el país sea realmente un lugar hermoso para vivir.

¡Por la extensión del paro a todos los sectores oprimidos!

¡Por una asamblea nacional revolucionarias de delegados electos democráticamente!

¡Por las Autodefensas obreras!

¡Por un programa Revolucionario que expulse a los capitalistas extranjeros y expropie a los grandes capitalistas nacionales!

¡Fuera CACIF!

¡Viva la lucha de los indígenas, campesinos y proletarios!

¡Viva la lucha de la clase obrera!

Desde El Salvador, Solidaridad Obrera Internacional.

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Consejo Editorial De Colombia Marxista

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