Elecciones 2022 Política

El cierre de filas electoral: La burguesía arremete contra Petro

El cierre de filas electoral: La burguesía arremete contra Petro

A menos de un mes de las elecciones presidenciales en Colombia, la burguesía ha manejado una campaña agresiva de calumnias, amenazas y desinformación diseñada con un solo objetivo: la caída de la candidatura de Gustavo Petro, el candidato de izquierdas que lidera las encuestas con un 38.8% de intención de voto. Para referencia, su rival más cercano, el candidato de la derecha Federico “Fico” Gutierrez, tiene el 24,6%. Es alentador notar que otra encuesta  (INVAMER) encuentra que en una segunda vuelta, Petro ganaría con 52,4% sobre el 45,2% de Fico. 

Sin embargo, estos números preocupan ya que significa que Petro tendría que ganar la presidencia en una segunda vuelta, en donde la clase dominante puede usar todos los medios de comunicación a su disposición para erosionar la base de apoyo del favorito. Si bien las encuestas recientes prometen una victoria de Petro, una campaña mediática como la que estamos viendo y una respuesta paupérrima puede significar una derrota al Pacto Histórico en la contienda electoral. 

Recientemente, la vida de Petro ha sido amenazada, lo que lo ha llevado a cancelar su gira por el centro del país. En el contexto de la historia del país y el hecho de que hombres como Jorge Eliecer Gaitán, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Luis Carlos Galán (todos candidatos a la presidencia opuestos al establishment político, de una manera u otra) hayan sido asesinados, esta amenaza tiene un peso enorme. 

Es importante que las bases del Pacto Histórico manejen el siguiente mes con las tácticas correctas y sepan cómo responder a las calumnias y amenazas del establecimiento. Es también esencial entender cuales son los límites del Pacto Histórico como formación política y establecer una estrategia desde las bases que logre sobrellevar los obstáculos que la oligarquí capitalista le está poniendo al cambio.

La clase dominante desesperada

De acuerdo a esta encuesta del CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica),  Iván Duque, el presidente actual, se encuentra con una desaprobación del 80%. No solo esto, el 30% considera que Alvaro Uribe (el patrón político de Duque y el jefe máximo del partido al que ambos pertenecen, Centro Democratico) debería ir a prisión, mientras que un 41% considera que Uribe debería retirarse. Estos números son sorprendentes cuando se considera que Uribe terminó su presidencia en 2008 con una aprobación del 80%, lo que lo propulsó a conseguir un escaño en el Senado. 

La encuesta también refleja una actitud muy amplia de rechazo en contra de la oligarquía colombiana.  El 63,7% considera necesario limitar las ganancias de los bancos privados y el 53,7% considera necesario aumentar impuestos a los más ricos.  También vale la pena notar que el 44,8% de la población considera la corrupción el problema principal del país, aunque este último punto tiene la desventaja de que todo el establecimiento político usa a la corrupción como chivo expiatorio de sus crímenes. Pero sin embargo, refleja el hecho de que una gran parte de la población colombiana reconoce que las instituciones son corruptas. 

Estas circunstancias informan las tácticas de la oligarquía. Un gobierno con todo bajo control no tendría que recurrir a los constantes ataques a un candidato de oposición. Simplemente tendría que mantener el curso e ignorarlo. Pero este trasfondo significa que la clase dominante tiene que cerrar las filas y hacer todo lo que pueda para evitar la victoria de Petro. Desde las intervenciones directas del Presidente Duque (quien ha criticado la propuesta crear un fondo de pensiones público de Petro y sugerido que es un autócrata que no puede cumplir sus promesas) hasta los montajes de los medios de comunicación, tratando de “confirmar” que Petro es financiado por el gobierno de Nicolas Maduro, todas estas son las tácticas de un gobierno que sabe que no puede ofrecer bienestar económico o un futuro a la juventud. 

Fuente: Edgar Zuñiga, Flickr

En cierto sentido, esto es entendido por las masas. La respuesta a los eventos del lunes 18, cuando varias emisoras y publicaciones de derecha prometieron tener material que terminaría con la campaña de Petro es bastante diciente. Entre el repudio a la posibilidad del filtro de información personal del candidato y al completo olvido que se le dió al tema después de que no apareció nada, es claro que ahora mismo, la mayoría de la población no copia de las tácticas sucias de la derecha. 

Temblores en las fuerzas armadas

De mayor impacto, sin embargo, es el papel que las fuerzas armadas han tomado. El General Zapateiro, comandante del ejército nacional, se ha pronunciado públicamente en contra de Petro, acusándolo de recibir dinero de fuentes ilícitas, efectivamente reviviendo una de las muchas calumnias tiradas hacia el otrora alcalde de Bogotá.  Esto en respuesta al pronunciamiento de Petro al respecto de la masacre en el Putumayo, en donde el ejército declaró haber matado a 11 disidentes de las FARC. Sin embargo, una investigación periodística de Vorágine, Cambio y El Espectador demuestra que hay pruebas de alteración de evidencia con por lo menos cuatro civiles entre los asesinados “disidentes”. 

La respuesta del sector conservador ha sido lo esperado: una defensa sin cuartel de las acciones de las fuerzas militares, y el uso de la mayor cantidad de propaganda para justificar las acciones en el Putumayo, sumergiéndolo todo en un mar de mentiras y desinformación para ignorar los hechos. Pero aún más predecible es la respuesta del sector liberal, que ha decidido que la mejor línea de ataque es gimotear con respecto a las leyes de la constitución y la necesidad del ejército de acatar las mismas. 

El General Zapateiro ha roto más de un artículo de la constitución con su escalada de la campaña de calumnias contra Petro. Los trinos de Zapateiro ponen en evidencia que hay un gran sector del aparato del estado que no estará dispuesto a acatar las órdenes de un Presidente Petro. Es clave entender que la constitución no es nada más que palabras en el papel. La cuestión más importante son los intereses del latifundio y la burguesía. Esto, por encima de cualquier ley escrita antes, determina el curso de acción del estado. 

Es bueno recordar que la constitución del 91 promete derechos fundamentales como el derecho a la vida, la asamblea y la libre expresión. Pero es claro que estos derechos son retirados el momento en el que se vuelva peligroso para la clase dominante el que estos se ejerzan. De esta misma manera, una presidencia de Petro sería un riesgo enorme para la clase dominante de este país, no tanto por su programa en sí, sino porque alentaría las aspiraciones de las masas al cambio. 

Hay sectores de la clase dominante pensantes, que reconocen que Petro ofrece la posibilidad de encarrilar el movimiento a una vía segura en donde sus aspiraciones se choquen contra el gran muro de la institucionalidad. Por ejemplo, está Alejandro Gaviria, el ex-candidato del Centro Esperanza, que le dijo al Financial Times de Londres que “estamos durmiendo en la boca de un volcán. Hay mucha insatisfacción.  Podría ser mejor tener una explosión controlada con Petro que contener el volcán. El país está demandando el cambio.”  Similarmente, Luis Sarmiento Angulo, el hombre más rico de Colombia, le dijo a Semana, “Creo que cuando él llegue [a la presidencia] y pueda constatar la realidad y ver las cosas, cambiará su manera de pensar. Si se toma el tiempo necesario y se asesora convenientemente, verá que las cosas son como le digo”

Pero también hay sectores de la clase dominante que reconocen que la posición económica de Colombia depende en gran parte de su mano de obra barata y su pobre infraestructura social, lo que le permite a los capitalistas internacionales cosechar más ganancias que en sus propios países. Este sector de la burguesía es el que lidera la lucha contra Petro.

Los trinos de Zapateiro son una confirmación de que este sector de la burguesía tiene la simpatía y el interés de las fuerzas armadas de Colombia. Esto refleja una lección fundamental del trabajo de Marx y Engels: la clase obrera no puede tomar el aparato del estado burgués y usarlo para sus fines. Este aparato de represión está creado para ser operado por el latifundio y la burguesía y por consiguiente, está atado por miles de hilos (a través de la financiación, recaudo de recursos y aparatos ideológicos, como los medios de comunicación y las universidades) a la clase dominante. 


Captura de alias ‘Otoniel’ cabecilla del Clan del Golfo | 28 de octubre 2021 | Fuente: MinDefensa Colombia

El paro armado del Clan del Golfo (uno de los carteles más temidos en el país) es una gran demostración de esto. Mientras que los narcotraficantes queman camiones y fuerzan el cierre de los negocios en 95 municipios en 10 departamentos para difundir el terror, el ESMAD está completamente fuera de la escena. Duque sale del país mientras que el Clan amenaza a mujeres y a niños. Incluso, los ricos logran celebrar bodas y fiestas sin ningún problema mientras que la policía colabora con el clan en la implementación del terror. La idea de que Petro pueda ser el comandante en jefe de estos cuerpos armados sin la posibilidad de un motín es utópica. 

La suspensión de Quintero

En conjunto al “paro armado” criminal del Clan del Golfo y la campaña mediática e institucional en contra de Petro, se tienen que mencionar los eventos en Medellín, en donde el alcalde Daniel Quintero ha sido suspendido de su cargo por tres meses (mucho después del final del periodo electoral). La justificación es su participación en la política. Según la Procuradora Margarita Cabello, un video del alcalde haciendo el cambio de velocidad en su vehículo y diciendo “El cambio es en primera” (una consigna asociada con Petro ya que ha enfatizado la necesidad de ganar en primera vuelta) es razón suficiente para suspender al funcionario público. 

En el contexto de las acciones de Duque y Zapateiro, quienes han mantenido sus cargos y no han visto consecuencias a largo plazo por sus comentarios al respecto de Petro, es bastante diciente que ningún funcionario público que haya hablado en contra de Petro haya recibido una sanción mientras que Quintero, el primer funcionario público en indicar su apoyo a Petro sin renunciar a su cargo, es inmediatamente suspendido. 

Sin embargo, como marxistas, no podemos simplemente apoyar a Quintero en esta situación. Si bien, Quintero ha roto con el status quo que la alcaldía de Medellín ha significado bajo las gestiones de Fajardo y Fico, entre otros, es igual de importante de entender que Quintero no está del lado de la clase obrera. No hay que ver más allá de su despliegue de la policía para atacar las marchas del día internacional de la mujer para entender que, a pesar de su lenguaje inclusivo y complaciente, los intereses de Quintero no son los mismos que los de la clase obrera. 

El hecho de que Quintero se haya convertido en una suerte de mártir para el Pacto Histórico, si algo, refleja la debilidad principal de la coalición: su fe inequívoca en las instituciones y los sectores dizque “progresistas” de la burguesía. Si bien no podemos dejar a un lado el hecho de que el gobierno de Duque lo haya usado como ejemplo para atacar a la capa de la burguesía que apoya a Petro, tampoco podemos ignorar el hecho de que durante la gestión de Quintero tuvimos la huelga de hambre de los trabajadores de Alpujarra o la invasión del ESMAD a la UdeA sin mucha justificación

¿Cómo debe responder el Pacto Histórico?

La tarea principal desde las bases del Pacto Histórico debe ser una defensa crítica del programa de Petro ante los embates de la derecha, tanto demostrando su valor progresivo en comparación a lo que ofrece los políticos tradicionales como explicando los límites del mismo. Una defensa sin crítica se verá completamente desacreditada cuando los límites reales del programa de Petro se vean expuestos a la luz del día, pero al mismo tiempo es clave que aquellos que han sido movilizados y han despertado a una nueva vida política no se desmotiven.

Al mismo tiempo, no se le puede conceder absolutamente nada a la clase dominante en términos de la defensa del Pacto Histórico. La cuestión verdadera es: ¿Quien tiene la solución para los problemas del país? ¿Quién tiene la solución para la inflación, la desigualdad y la inseguridad? Hasta el observador más casual tiene claro que fueron las políticas de Uribe y Duque las que nos llevaron a este punto de crisis. Su gestión solo continuaría esta situación. 

Es crucial que los marxistas reconozcan que las bases del Pacto Histórico siguen a Petro ya que es el opositor del gobierno con mayores posibilidades de implementar políticas de cambio en el periodo actual. Las ideas de Petro presentan un desafío para la clase dominante, dentro de los límites del capitalismo. Un desafío que significa una pérdida de sus ganancias en un periodo de crisis. Este es el meollo del asunto: la creación de un sistema de pensiones públicas para poder rebajar la edad de retiro, la expansión de los sectores de salud, educación y vivienda, etc. Estas ideas, si bien, por sí mismas, no son revolucionarias, responden a las necesidades de millones de colombianos que sufren salarios mínimos que apenas y llegan a cubrir un tercio de la canasta familiar. 

Por esto, es clave establecer un diálogo compañero con las bases del Pacto Histórico con un análisis claro de la situación actual y explicar que Colombia está sufriendo las consecuencias de una crisis del capitalismo mundial y que un gobierno de Petro se encontrará con el hecho de que no se puede controlar lo que a uno no le pertenece. Mientras que la economía esté en las manos de una minoría conectada con la burguesía internacional cuyo interés principal es en mantener el atraso colombiano para reducir el costo de los sueldos, cualquier reforma que reduzca las ganancias de esta minoría para ayudar a la mayoría será frenada y atacada con toda la fuerza del estado y la clase dominante. 

Un punto esencial en el periodo actual, en el que la clase dominante usa el paro armado como una cortina de humo para implementar medidas de represión y terror contra la juventud y los obreros que están avanzando es que solo se puede responder a estas medidas con las propias fuerzas de la juventud y la clase obrera. Es claro que el estado no tiene ningún interés en defender nuestros derechos democráticos. Dependiendo de la situación en cada región será necesario constituir primeras líneas u organizar una retirada ordenada, pero solo será sobre las tácticas del paro general que podremos responder de manera eficaz al paro armado y a la campaña de calumnias de la clase dominante. 

El liderazgo del Pacto Histórico solo irá tan lejos como su programa les permita. La realidad es que la naturaleza del Pacto Histórico lo prepara a capitular al respecto de varios puntos de su programa, ante la presión de la clase dominante colombiana. Para evitar la desmotivación de los cientos de miles que Petro ha inspirado a entrar a una vida política, es necesario proveer tácticas, estrategia y un programa alternativos a los del Pacto Histórico. Esto solo lo puede hacer una organización que empiece a recoger a aquellos que ya tienen dudas de lo que el Pacto Histórico pueda lograr, pero que están dispuestos a luchar para ponerle fin a las condiciones de atraso que definen a la economía colombiana. 

Las bases del Pacto Histórico pueden jugar un rol clave en la creación de semejante organización: un partido obrero que reconozca el hecho de que los intereses de la clase obrera y los intereses del latifundio son simplemente irreconciliables, y que esté dispuesto a luchar más allá de los límites del programa de Petro, vinculando las reformas con tácticas militantes de manifestaciones, huelgas y una campaña de sindicalización.

En última instancia debemos explicar que incluso el limitado programa de reformas de Petro, entra en contradicción con los intereses fundamentales de la clase dominante en Colombia y solamente se podría aplicar de manera real expropiando a la misma. La lucha por la mejora de las condiciones inmediatas de la mayoría del pueblo colombiano, obreros, campesinos, la juventud y el pueblo pobre; la lucha por salario digno, empleo, techo y pan es la lucha por el socialismo. Colombia es un país rico. Su pueblo es pobre porque su riqueza está concentrada en manos de un puñado de parásitos capitalistas, latifundistas, ganaderos, empresarios y elementos criminales, que además son totalmente serviles a los intereses del imperialismo y las multinacionales. Para que todo cambie, toda la riqueza, que nosotros mismos creamos, debe estar en manos del pueblo trabajador.

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Gabriel Galeano

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