Los últimos tres meses en Colombia han demostrado la necesidad de un cambio en el país. Después de un Paro Nacional que movilizó a cientos de miles de Colombianos a través de 23 ciudades, el gobierno de Duque se mantiene y el estado que dirigió la represión de la manifestación popular se mantiene impune. A pesar de la debilidad que este gobierno ha demostrado —evidenciada en su altísimo nivel de desaprobación y en su uso desesperado de la represión— este ha operado de la manera usual: legislando a favor de los ricos y ofreciendo a la oligarquía puestos gubernamentales.
En artículos anteriores, hemos explicado qué fue lo que ocurrió en el paro general y por qué fue que el gobierno de Duque sobrevivió a semejante explosión social. Hemos planteado la necesidad de un partido obrero como un punto de partida para la clase trabajadora de Colombia. Creemos que nuestra clase obrera, como cualquier otra, necesita una organización que pueda coordinar las luchas de los campos que la componen, ya sea basada en sector productivo, género, raza, credo o cualquier otro. Sin semejante organización, los movimientos espontáneos de la clase se disiparán sin dejar un gran impacto.
Un partido obrero no puede fabricarse de la noche a la mañana. Esta es una tarea que requiere dedicación y un espíritu de sacrificio de los elementos más conscientes de la clase obrera. La construcción de semejante organización tendrá altibajos y retrocesos de la misma manera que tendrá avances enormes, de acuerdo a las condiciones objetivas (los eventos, la situación político-económica, etc.) y el factor subjetivo (las decisiones que aquellos que persigan esta meta tomen en cada momento). Este factor subjetivo, aquel que es decisivo en tiempos de movilizaciones y grandes luchas, es igual de esencial en momentos de paz, en donde la tarea de construir una organización que esté preparada a jugar un rol positivo en la lucha de clases es esencial precisamente debido a la falta de confrontaciones abiertas con el estado.
El partido obrero de por sí no es una panacea. Para nosotros, si bien el partido obrero es vital a la hora de decidir las grandes batallas de la lucha de clases, este no es el partido que dicta la historia de la lucha de clases. No es cuestión de crear un partido obrero y que este dé la orden para la insurrección cuando tenga suficientes números. Más bien se trata de crear una organización que pueda navegar cada periodo histórico con la meta explícita de ponerle fin al capitalismo: Crecer y formarse en tiempos de paz, desplegarse y desafiar por el poder en tiempos de lucha.
¿Que es un partido obrero?
Muchas veces, cuando se habla de la cuestión de un partido obrero, muchos imaginan un partido político como los que existen actualmente y se desilusionan de inmediato. Esto es más que entendible. Los obreros más avanzados desconfían de los partidos políticos actuales por una razón concreta: esos partidos políticos no son estructuras democráticas donde la gente de a pie pueda participar activamente. La mayoría de esas organizaciones son simples maquinarias electorales construidas para asegurar cargos públicos, salarios y contratos a sus dirigentes.
Para los marxistas, un partido obrero no es una plataforma para ayudar a las carreras de políticos aspirantes. Un partido obrero es una organización de la clase trabajadora para la clase trabajadora, con la meta explícita de luchar por sus intereses de clase. Semejante organización necesita ideas, métodos, tácticas, estrategia y un programa. Esto es lo que termina vinculando a sus militantes.
Al mismo tiempo, la formación de un partido obrero tiene dos aspectos clave: la clarificación de las ideas de sus miembros y la lucha por llevar estas ideas al resto de la clase obrera, ofreciendo tácticas y métodos que puedan ganar el día en esta huelga o en aquella lucha. Funcionalmente, esto convierte un partido obrero tanto en una escuela en donde la clase obrera aprende y generaliza las lecciones de la lucha de clase como una suerte de sindicato que representa a los miembros más aguerridos y disciplinados de la clase obrera cuando la clase obrera en general es atacada por la oligarquía.
El rol de los marxistas en un partido obrero:
Federico Engels, el compañero de Carlos Marx, sobrevivió a Marx por unos cruciales doce años donde vió el florecimiento del Partido Socialdemócrata de Alemanía (Sozialdemokratische Partei Deutschlands; SPD). La experiencia de la formación de este partido fue clave para las fuerzas del marxismo. Los reportes de Engels durante este periodo demuestran la fluidez de las ideas del marxismo. Lejos de ser un dogmático intransigente, demandando que el nuevo partido obrero alemán siguiera sus órdenes debido a su prestigio, Engels simplemente trató de impulsar sus ideas dentro del partido.
Hay muchas razones detrás de este método pero la principal es que la revolución socialista no se hace con una clase obrera idónea. El partido obrero se hace con la clase obrera tal y como es, con todas sus fallas y sus errores. La realidad será la que enseñe a las masas las lecciones correctas. Pero para poder extraer las conclusiones correctas para adelantar la lucha de clases y encauzarla hacia la victoria obrera, se necesita una organización capaz de educar al proletariado en sus métodos, experiencia e historia. Nuestras derrotas, nuestras victorias, nuestros errores y nuestros aciertos pasados como clase clarifican las tácticas necesarias para ganar el día. En este sentido el partido obrero juega el rol de la memoria de la clase obrera.
La formación de un partido obrero independiente de la burguesía significa el reconocimiento de la ley fundamental de la lucha de clases: solo la clase obrera organizada puede velar por sus propios intereses. Ciertamente, la combinación de todos los obreros, de todo tipo de orígenes y trasfondos, significa una diversidad enorme de opiniones. En un partido obrero habrán todo tipo de tendencias: desde aquellos que quieran conciliar con la clase dominante hasta aquellos que crean que solo es cuestión de formar nuestras propias organizaciones, de carácter revolucionario.
En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels explican que:
Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.
No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario.
De esta misma forma, nuestra propuesta no es formar un partido obrero por nuestra propia cuenta ni imponer un programa desde arriba. Por el contrario, proponemos al resto de la clase obrera la formación de este partido ya que esto representaría un salto muy significativo para su evolución. La estrategia de los marxistas sería la de luchar abierta e ideológicamente por el liderazgo de la clase obrera. La única manera de hacer esto es a través del debate abierto, en donde todas las tácticas y métodos sean puestos a consideración para la clase.
Dirección revolucionaria
La formación de un partido obrero es una cuestión vital para el momento actual. Es importante reconocer que acabamos de pasar por un momento histórico en el país en el que cientos de miles de campesinos, obreros y estudiantes llenaron las calles de veintitrés ciudades para luchar abiertamente contra el gobierno de Iván Duque. Después de tres meses de lucha, Duque sigue en la Casa de Nariño. Además, lo más probable es que Duque complete su período presidencial a pesar de tener la desaprobación del 75% de los colombianos.
El hecho es que todo movimiento, para bien o para mal, tiene un liderazgo. A veces este liderazgo es inconsciente y abnegado. Vemos este fenómeno en particular con los anarquistas, que declaran su completa aversión a ser líderes pero que sugieren programas y tácticas en los momentos decisivos. Pero de nada nos sirve tomar acciones inconscientes en medio de situaciones críticas como un paro general.
En una situación revolucionaria como la que vivimos durante el Paro Nacional, el tiempo es esencial. Cada momento que pasa en el cual no hace presencia una dirección ni un programa, se pierde energía. La energía de las masas no es infinita. Eventualmente los problemas del día a día reafirman su peso sobre la vida cotidiana de todos aquellos que estuvieron dispuestos a sacrificar tiempo y energía para ponerle fin a la crisis.
Es por esto que es necesario construir un partido que pueda ser referencia para los colombianos antes de las grandes explosiones sociales. Los comunistas no podemos simplemente hacer la revolución como un acto de voluntad individual. Nuestra tarea es convencer a la clase obrera de que está en su interés el poner fin al dominio de la oligarquía, usando su increíble poder para sacudir los cimientos de la burguesía.
La manera de hacer esto es juntando a los revolucionarios bajo una misma bandera, con un programa y un método compartido. Un individuo no puede cambiar a la sociedad pero cientos de miles de individuos, con las perspectivas y habilidades adecuadas para igualarse al momento histórico que vivimos entre abril y julio, podrían hacer la diferencia en cada erupción de la lucha de clases. Una organización como esta no se puede construir de la noche a la mañana. Como vimos durante el Paro Nacional, los obreros siempre irán a las organizaciones que conocen, primero, y será difícil convencerlos de las tácticas y métodos correctos en medio de la lucha. Solo será con una organización establecida como lograremos llevar las ideas a la clase obrera en momentos de paz, para que así en el momento crítico, semejante partido pueda jugar un rol positivo en la lucha entre la clase obrera y la oligarquía.
Condiciones de la clase obrera colombiana
Colombia es un país infame a nivel internacional con respecto a la cuestión de los derechos democráticos. Esto no lo podemos negar a la hora de proponer la formación de un partido obrero. Menos de un 1% de los obreros están protegidos por un acuerdo de negociación colectiva. De 20 millones de obreros, solo 700.000 pertenecen a alguna de las centrales que reúnen a los sindicatos (CUT, CGT, CTC). A su vez, el 60% de los obreros (particularmente mujeres y afro-colombianos) trabajan de manera informal.
La razón detrás de estos números es clara. Si bien Colombia ha ratificado 61 convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Gobierno y los empleadores sabotean los derechos laborales de manera rutinaria. Derechos de reunión y asamblea, que supuestamente son protegidos por la constitución del 91, son ignorados por la Policía, el Ejército y los paramilitares financiados y movilizados por la oligarquía.
Cuando las tácticas de negociación forzada y las amenazas no logran ponerle fin a la organización de los obreros, la oligarquía colombiana no tiene ningún problema con el asesinato de líderes sociales y sindicalistas. Para referencia, entre la firma del acuerdo de paz y el 31 de diciembre del 2019, hubo 303 asesinatos de activistas. Para este año, según Indepaz, 112 líderes sociales y 34 firmantes del acuerdo de paz entre las FARC y el gobierno fueron asesinados.
¿Cómo se puede construir un partido obrero en Colombia?
En estas condiciones, la cuestión de un partido obrero puede sonar distante e imposible. Ciertamente no es una tarea fácil. Pero la historia de la clase obrera nos muestra que nunca se ha obtenido una sola conquista sin luchar. El fin de semana para el descanso, la reducción del día laboral a ocho horas (una reducción que todavía no hemos recibido por completo en Colombia), el derecho a la huelga y al sindicato, todos estos pasos enormes del movimiento obrero mundial fueron logrados, no a través de acción legal, sino a través de huelgas ilegales y confrontaciones abiertas con el estado. Solo porque algo tan esencial para el éxito del movimiento obrero como su derecho de asamblea sea ilegal no significa que no lo podamos ejercer. Nuestra tarea se convertirá en cómo defender ese derecho cuando el estado decida que sea necesario removerlo.
Durante el Paro Nacional vimos que es posible defenderse, luchar y ganar. La Primera Línea fue intransigente en su defensa de los manifestantes. Por otra parte, la represión no logró ponerle freno a la movilización de cientos de miles de Colombianos a través del país. Pero estas confrontaciones abiertas, sin organización y sin programa, llevan al estancamiento. La espontaneidad que le dio impulso a las manifestaciones termina siendo el freno principal debido a la falta de dirección. Este gran precedente nos demuestra que es posible sobrellevar las limitaciones legales del estado a la hora de organizarnos.
Vale la pena señalar que las centrales obreras mencionadas y sus 700.000 obreros podrían jugar un rol crucial a la hora de formar un partido obrero. Esto sería partir de la experiencia del Partido Laborista del Reino Unido, originalmente formado por los sindicatos. Por otra parte, el Nuevo Partido Democrático, en Canadá, fue formado por el Congreso Laboral Canadiense (CLC) y la Federación de la Mancomunidad Cooperativa (CCF). En la misma medida, la movilización de este sector organizado de la clase obrera con una causa política, sería una ayuda enorme al resto de la clase. La CUT, en sus estatutos, menciona que su formación es una gran conquista para la clase obrera. Con esto estamos de acuerdo enfáticamente. Nos atrevemos a sugerir, además, que semejante conquista debe ser extendida al resto de la clase para ofrecerles una organización que pueda darles las herramientas para luchar. Las centrales obreras y sus sindicatos podrían ayudar a organizar a cientos de miles de obreros trabajando de manera formal y luchar de manera abierta por quienes sufren los males y angustias de la informalidad.
Esta es la gran tragedia del reformismo. Los líderes reformistas del Comité Nacional de Paro podrían haberle puesto fin al gobierno de Duque si confiasen en la clase obrera. En vez de eso, decidieron ir enteramente por un pliego de emergencia y desmovilizaron a una gran cantidad de los manifestantes. De hecho, habría sido enteramente posible hacer un llamado a la formación de un partido que funcione como alternativa a los partidos de la oligarquía, pero semejante perspectiva nunca fue considerada por los líderes sindicales. Hoy nos condenan a la cruel espera de sacar al Centro Democratico por la vía electoral.
Un partido obrero en Colombia es una deuda histórica. La formación de las guerrillas en este país retrasaron al movimiento obrero por décadas. La firma del acuerdo de paz desencadenó la fuerza de la clase obrera colombiana, que ha incrementado sus ganas de luchar año con año. Consideramos que la unidad de los trabajadores bajo un programa que defienda sus intereses, es un paso fundamental para poder confrontar a la oligarquía. La única manera de lograrlo es con el compromiso del proletariado colombiano, tácticas militantes e independientes de clase y, ante todo, un programa e ideas que provean a este partido con un camino hacia la victoria.