Política

¿Referendum o validación? Perspectivas sobre las elecciones regionales

¿Referendum o validación? Perspectivas sobre las elecciones regionales

Cumpliéndose un año del gobierno del Pacto Histórico, se llega a un nuevo ciclo de elecciones dentro de la institucionalidad liberal burguesa. Para la oposición de derecha, estas elecciones buscan ser un “referéndum” respecto a la gestión del gobierno. En esto no han escatimado ningún esfuerzo en calumniar y atacar a la izquierda desde los medios de comunicación, y los diversos escándalos nacidos de los errores del Gobierno han alimentado esta misma narrativa. 

Sin embargo, aun los pocos aciertos del Gobierno han provocado que parte de las masas mantengan ilusiones en el éxito del  reformismo, apelando ahora a “controlar” las instituciones. Como el mismo Petro apuntaba respecto a que “llegué al Gobierno pero no al Poder”, el objetivo del Pacto Histórico se orienta entonces a buscar mayor presencia en el poder local para tener más peso en las decisiones de gobierno. ¿Existen posibilidades para ello? 

Elecciones de Transición:

Las elecciones regionales en las ciudades principales nos muestran un cuadro transitorio. Tanto los gobernantes independientes como Quintero en Medellín y del “centro” como Claudia López y Jorge Iván Ospina en Bogotá y Cali, respectivamente, terminan sus periodos gubernamentales. 

Para la Alianza Verde, las elecciones son un canto de cisne. Luego de haber ganado gran parte de las capitales regionales en 2019, el panorama actual es de un descalabro completo. Su situación en Bogotá es una representación perfecta de esto, donde no pudieron salir con candidato propio, y han dejado en libertad a sus afiliados, con la única restricción de no apoyar a Rodrigo Lara, Diego Molano y Jorge Vargas.

Eventos como estos demuestran que los partidos “de centro” al final se alinean con los intereses de la clase dominante mientras pregonan progresismo y políticas sociales. Ejemplo de ello fue el manejo de la crisis de la pandemia con los desalojos en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá y la pugna con el Gobierno Petro  por la construcción del Metro, así como los  escándalos de corrupción de Ospina (caso EMCALI) y Quintero

En contraste,las masas evolucionan en su instinto de lucha y conciencia. Varios ya no se dejan seducir por vagas promesas, sino que buscan algo concreto, una guía. Es aquí donde podemos ver nítidamente la dialéctica en acción. Luego de una elección que prometía cambio, que chocó  rápidamente con los límites impuestos por el capitalismo durante una de sus mayores crisis y la falta de liderazgo político, el clamor popular sigue siendo la búsqueda de mejoras condiciones de vida. Esto lleva nuevamente a la pregunta de quién puede realmente ofrecer eso.

El panorama del Pacto Histórico:

El Pacto Histórico intenta movilizar su núcleo duro para intentar tomar la mayor parte de los gobiernos locales. Esto se topa con los límites que han tenido sus políticas sociales y en especial la falta de una verdadera hoja de ruta en su plan de “Paz Total”, ha causado que la percepción de inseguridad se haya deteriorado, con el incremento de hurtos y secuestros, aunque los homicidios han disminuido, y el escándalo de corrupción de Nicolás Petro. Ambas situaciones han alimentado los ataques desde los medios de comunicación tradicionales, creando un desgaste acelerado a la imagen del Gobierno en general, y de Gustavo Petro en particular.

A este desgaste se unen problemas internos para conseguir candidaturas unitarias. Como el mismo candidato a la Alcaldía de Bogotá, Gustavo Bolívar,  expresó sobre la entrega de avales: “Ante el rotundo fracaso en la entrega de avales por parte del Pacto Histórico y sus partidos, o se unifican las personerías jurídicas en una sola y se definen mecanismos democráticos para escoger candidatos, o desaparecemos”, dijo Bolívar en un mensaje publicado en Twitter.”

Estas críticas también demuestran la preocupación por que la coalición no logre mantener la promesa de democracia interna en el Pacto Histórico. Este frente amplio, supuestamente organizado alrededor de la Colombia Humana, en lugar de la masificación y formación de sus integrantes, se ha ido orientando cada vez más hacia decisiones desde la cúpula, sin mayores intentos por mantener una democracia interna. Eso se reflejó en las postulaciones en zonas como la Costa Caribe, donde por ejemplo luego de una elección y la promesa de listas abiertas, se cambió de vuelta a una lista cerrada, llevando a la renuncia de candidatos y la impugnación por parte de otros

Debe señalarse que después del paro del 2021, la confianza de la ciudadanía en las opciones políticas es reducida. Esto especialmente aplica a las capas más jóvenes, que estuvieron a la cabeza del paro nacional y fueron el elemento más aguerrido del mismo. Pero los reformistas del Pacto Histórico no pueden tomar provecho de esto debido a que su programa de gobierno requiere mantenerse dentro de los límites del capitalismo. 

Esto lleva a una atomización de la coalición del gobierno y la separación de las bases y la dirección del Pacto a largo plazo debido al poco avance de las promesas de cambio.  Esta situación es terreno fértil para todo tipo de elementos oportunistas que usan las consignas del Pacto de fachada antes que ser consecuentes con las políticas que se están proponiendo. En otras palabras, la izquierda reformista llega a las elecciones sin una verdadera guía y reflejando una crisis de liderazgo.

La oposición de derecha: Viejas caras, diferentes resultados

Ante la artrosis del Pacto Histórico, la derecha intenta fortalecerse. En general sus candidatos se posicionan para tomar el poder en lugares como la Gobernación del Valle del Cauca con Dilian Francisco Toro, y reforzar sus fortines regionales como Antioquia (con Federico Gutiérrez en Medellín). 

Pero esto es un espejismo de la verdadera fuerza de las posiciones conservadoras a pesar de las ilusiones de aquellos que esperan con entusiasmo la caída de Petro por cualquier medio necesario. No hay un verdadero giro a la derecha de las masas detrás de esta reacción, sino  la búsqueda de soluciones concretas de la sociedad, especialmente desde el punto de vista de la percepción de inseguridad, como se citaba anteriormente.

Más que un descalabro económico (hasta hace poco el juguete favorito de “expertos”) ha sido el deterioro de esta variable de la seguridad lo que ha permitido el avance de discursos populistas y militaristas en la derecha. Aún no se ha llegado a personajes como Bukele (adalid de varios políticos del Centro Democrático),  Bolsonaro, Milei o Kast pero el rédito electoral de reducir los argumentos a apelaciones emocionales, que al final conectan con la realidad material de la sociedad, está volviéndose la mejor baza de la derecha. Se apela a un discurso populista de derecha, que supere el descrédito de los partidos políticos, los cuales siguen sin conectar ni ilusionar. 

La oposición de centro:

Los liberales en Colombia siguen dando bandazos ante el panorama político, con las opciones de “centro” canibalizandose, apelando a argumentos pseudo-técnicos para presentarse como entes por encima de la discusión. Personajes como Juan Fernando Cristo (ex Ministro del Interior de Santos), Sergio Fajardo, y Jorge Robledo siguen tratando de no perder relevancia en un escenario totalmente cuesta arriba, como lo demuestra el descalabro de la Alianza Verde. 

Con las masas en búsqueda de acciones concretas, estos candidatos que llaman a la moderación y la gradualidad pierden total relevancia mientras apelan a argumentos “tecnócratas” (que a la vez llevan una carga muy fuerte de clasismo). De hecho, su mayor baza era lograr mimetizarse con el Gobierno, pero como lo demostró  el caso de los ministros Alejandro Gaviria, Jose Antonio Ocampo y Cecilia López, pudo más su visión institucionalista y tecnócrata que la sagacidad política. 

Ningún candidato de centro tiene posibilidades reales. En Medellín, ha existido una discusión vacía para definir una candidatura única desde el 11 de agosto, prácticamente rezagada respecto a Fico Gutiérrez, y en Bogotá o Cali ni siquiera son candidatos nacidos de partidos sino basados en firmas, como Juan Daniel Oviedo. 

Las elecciones regionales pueden ser un punto de inflexión para la decadencia de las viejas toldas de “centro” y la reconfiguración de nuevas. Definitivamente, la lucha de clases está desgajando la idea de un centro tecnócrata  e institucional (el viejo “sueño” de los liberales) cada vez más derruida por la fuerza de la movilización de masas y la reacción de las oligarquías. 

La respuesta es: movilización, audacia, liderazgo

Como marxistas no nos desvivimos por el juego electoral sin cuestionar las estructuras de explotación capitalista. Entendemos que esta es una conveniente trampa que con cada generación adquiere verdaderos tintes religiosos para “sacralizar” lo que constituye ser un ciudadano. Sin embargo, las elecciones  son un reflejo de la conciencia social y movilización de las masas.

Puede concluirse que los resultados de las regionales apuntan a un descalabro del Pacto Histórico, y un contrapeso regional al Gobierno central por parte de la oposición de derecha, pero sin un claro liderazgo de parte de la misma. ni tampoco la masificación de la ideología de derecha. Es una respuesta a la lentitud de los avances en los cambios sociales prometidos (como la reforma agraria), su parón (como la reforma laboral) o su “moderación” (reformas a la salud y pensional). 

El tímido avance de las reformas no ha permitido una mejora sustancial de las condiciones de vida de la población, como sí ocurrió  en otros países latinoamericanos durante el ciclo reformista (Brasil y México). Las razones detrás de esto son la debilidad del capitalismo colombiano en el periodo actual. Esto crea el espejismo de que el “péndulo” esté  moviéndose  a la derecha. No ha sido la falta de una  “estabilidad económica”, sino la percepción de inseguridad, al igual que la  incapacidad de implementar las reformas prometidas dentro de los límites del capitalismo, junto con la falta de democracia interna lo que ha mermado al Pacto Histórico.

Si bien la oposición de la oligarquía a través de los medios de comunicación y el estado han jugado un factor, hay que entender que la misma dirección del Pacto Histórico ha capitulado ante la presión de la misma, mitigando el contenido de las reformas con las que Petro ha sido elegido. Ante estas concesiones, la burguesía no se ha conformado, pero ha redoblado todos sus esfuerzos para perseguir al Pacto Histórico y tratar de manchar directamente la reputación del mismo Petro a través de asociados como Laura Sarabia y su hijo, Nicólas Petro. 

La única manera en que el Pacto Histórico puede responder a esta situación es precisamente apoyándose sobre la clase obrera, el campesinado y la juventud que lo llevaron al poder en el primer lugar, convocando a grandes movilizaciones y campañas de sindicalización que le permitan a los trabajadores y a los jóvenes organizar paros y huelgas en contra de la oligarquía que amenaza con coartar las reformas por las que once millones de colombianos votaron en primera instancia. 

Ante este panorama, puede parecer que la oportunidad de construir un partido que vincule a la clase obrera, el campesinado y la juventud es imposible. Para muchos, la derecha parece haberse recuperado de los golpes asestados en su cara durante los últimos dos años, con la elección de Petro, Lula, Castillo y Boric al igual que la anterior elección histórica de AMLO en México. El surgimiento de figuras como Milei y la captura de la derecha de parte de la constituyente conducen a la desesperación de los reformistas, que tienden a caer en la trampa del impresionismo. 

Pero hay que entender que el regreso de la oligarquía al poder en Colombia no sería sobre la misma base del Uribismo. La clase obrera, el campesinado y la juventud están más activos políticamente que nunca. La crisis del capitalismo internacional ha moldeado la conciencia de millones de colombianos, al igual que la represión del estado y las victorias del paro nacional del 2021. Todos estos factores causarían que un gobierno del Uribismo sea altamente inestable y siempre sujeto a la posibilidad de otro paro nacional. 

Como marxistas tenemos la máxima confianza en la capacidad de la clase obrera colombiana de poder transformar la sociedad de raíz. Apoyamos la movilización de las masas y le proponemos a los jóvenes, el campesinado y la juventud ir más allá de lo que los reformistas están dispuestos a ir. Se requieren tácticas y estrategia revolucionarias que planteen cómo saldar estas deudas históricas que hemos heredado de siglos de opresión de parte de la oligarquía colombiana y sus verdaderos amos en Washington D.C. Estas solo pueden partir de un diagnóstico claro del problema: el capitalismo es la verdadera causa de la desigualdad y la pobreza persistentes en Colombia y solo un partido revolucionario puede liderar a la clase obrera a luchar abiertamente por el poder en contra de la oligarquía. 

About Author

Luis Aristizabal

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *