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¿Hacía donde va la reforma a la salud?

¿Hacía donde va la reforma a la salud?

El retorno del descanso de Semana Santa trajo un movimiento inusitado a la vida política nacional. En medio del hundimiento de la reforma a la salud en el Congreso, el Gobierno del Pacto Histórico decide elevar la apuesta interviniendo directamente en EPSs como Keralty y Sanitas. Si bien, esto no es la nacionalización del sistema de salud que la derecha ha vaticinado desde la elección de Petro, sí representa una escalación en la lucha entre los reformistas y la oligarquía por el control de uno de los sectores de industria más importantes del país. 

A la vez, la Universidad Nacional se declara en paro indefinido y las negociaciones de la “Paz Total” entran en problemas conforme los grupos disidentes y paramilitares continúan fortaleciéndose en las áreas fuera de control del estado. Estos eventos delinean la forma de los eventos por venir, en la medida en que el gobierno del Pacto Histórico intenta contener la marea que se viene con las reformas que prometió en campaña. Sin embargo, la realidad que se avizora es la posibilidad de otras explosiones sociales puntuadas en la medida en que el sistema capitalista falla en proveer las necesidades básicas de millones de personas. 

La pobre salud del capitalismo

El sistema de salud colombiano es presentado por la prensa y los comentaristas colombianos como uno de los mejores sistemas de salud del continente. La realidad, especialmente en los últimos años, es mucho más diferente. Para empezar y de acuerdo a la Silla Vacía:

“Hoy el Estado todavía les debe a las EPS 5.6 billones, las EPS han acumulado deudas billonarias con clínicas y hospitales que ya van en 11,3 billones, según el informe que sacó la Contraloría en febrero de este año.

Ese mismo informe muestra que 16 de las 21 EPS que están en crisis se han gastado sus reservas técnicas, el colchón de ahorro que tienen que garantizar, y no tienen la plata suficiente para operar.”

En estas pocas líneas, vislumbramos la dinámica general del sistema de salud colombiano: un sistema que se presenta como un sistema privado pero que depende altamente de los subsidios del estado para ser sostenible. Peor aún, el dinero que todas estas EPS absorben no van a los servicios que los usuarios reciben (hay más de 109.825 tutelas en contra de las compañías de seguros, todas realizadas con la meta de lograr citas puntuales) sino a los bolsillos de sus dirigentes y accionistas. 

Efectivamente, el sistema de salud del país se ha encontrado con los límites de la propiedad privada. La reforma a la salud de Petro es un intento en vano de tratar de rescatar al sistema de salud de las fuerzas centrífugas que causan todo este caos y ponerle orden y planificación a esta industria, pero se basa ante todo en la propiedad privada. Lo que el reformismo no tiene en cuenta es que no se puede planificar lo que no se controla y no se puede controlar lo que no le pertenece. 

El hundimiento de la reforma a la salud

El camino del programa reformista pasa inexorablemente por varios *pesos y contrapesos.” Alabados por los intelectuales burgueses, no son más que un velo para ocultar la verdadera naturaleza de los mecanismos mediante los cuales los capitalistas previenen cualquier medida que amenace sus ganancias de ser efectuada. El papel de los poderes del Estado liberal es encaminar cualquier programa de Gobierno hacia los límites del capitalismo.  

Esto se vio claramente en el proyecto de reforma a la salud que fue hundida en el senado después de meses de deliberación en las dos cámaras en donde la oposición se valió de métodos como la ausencia estratégica para evitar establecer un quórum y demás maniobras parlamentarias para evitar que la reforma saliera del senado. 

El gobierno decidió retomar la iniciativa con la intervención a las EPS Sanitas y la Nueva EPS, mientras Compensar anunciaba su liquidación voluntaria. Petro mismo declaró que estos movimientos son intentos de ordenar la situación financiera de estos entes y convertirlos en gestores de salud, por tanto poniendo la reforma en práctica. Esto ha azuzado las críticas de que el Gobierno está jugando con fuego, desde miradas terroríficas como las de Semana hasta las “técnicas” en La Silla Vacía, ominosamente anunciando que el riesgo del incremento en la mortalidad por fallos en la atención es un hecho, con su mejor fuente siendo un ex-ministro santista. Como vemos, el debate no está guiado por datos por ninguna de las partes, sino por el deseo de azuzar las emociones, demostrando nuevamente que la clave ahora mismo es el factor subjetivo de las masas, ya atentas a la insostenibilidad de muchas de las condiciones materiales.

Estos dos episodios encapsulan la dinámica del momento: La oligarquía colombiana sabe muy bien que las reformas representan una pérdida enorme en ganancias y, lo más importante, una pérdida en su monopolio de los medios de producción mientras que sienta un precedente bastante peligroso: concesiones a la chusma. Para prevenir estas reformas y así, desacreditar el primer gobierno en la historia del país, va a luchar como dé lugar, esperando prontamente ponerse en el timón y restablecer el orden lo más pronto posible. 

En cambio, el gobierno de Petro necesita pasar las reformas precisamente porque quiere prevenir otro paro nacional. Esto lo tiene en común con la misma oligarquía con la que lucha. El punto de diferencia es que la oligarquía nacional preferiría pasar por este gobierno preservando todas las instituciones que ha diseñado para el saqueo de las riquezas nacionales y los servicios públicos sin tocar mientras que el gobierno de Petro mantiene (de manera correcta) que estas deudas históricas que los gobiernos de la oligarquía no han podido saldar se tienen que resolver lo más pronto posible. Sino, otra explosión social se avecinaba y está podría ser definitiva. 

Sin embargo, la realidad detrás de todo esto es que el capitalismo colombiano no puede ofrecer reformas duraderas y profundas en este periodo histórico. La inflación y los rezagos económicos de la pandemia han causado que el costo de producción aumente y han acelerado la tendencia de la tasa de ganancia a reducirse. En esta situación, la oligarquía no puede permitirse prescindir de un sector de industria valorado en billones de pesos para mantener la estabilidad social. 

Nada de esto es aceptable para una clase dominante con un historial de represión que culminó con la destrucción de la Unión Patriótica en los 80s y los 6401 casos de falsos positivos. Pero es aún menos aceptable en el contexto de una presidencia definida por su afinidad con el paro nacional y lo que esto despierta en la conciencia de los obreros y los jóvenes: la posibilidad de ir a por más. 

El volcán se inquieta

Mientras el pacto histórico intenta volver a capturar la dirección de las masas que movilizó a los comicios electorales en 2022, la juventud del país empieza a despertar nuevamente. Coincidiendo con el entierro de la reforma a la salud, la comunidad universitaria de la UNAL se declaró en paro indefinido ante la burda imposición del nuevo rector José Ismael Peña por el Consejo Superior Universitario, que desconoció la consulta en la que las mayorías se decantaban por Leopoldo Munera. Esto fue ratificado el 3 de abril por una asamblea, y según declaraciones de Ronald Vargas a través de su cuenta de X: “La sede Bogotá se declara en paro indefinido. Algunas banderas son: el no reconocimiento de Ismael peña como rector y el reconocimiento a Leopoldo Múnera como rector legítimo. Rechazo a las reformas adelantadas por la actual administración. La constituyente Universitaria”.

Poco después de la declaración de la sede Bogotá las sedes de Medellín y Manizales se declararon también en paro, y la sede en Bogotá fue escenario de episodios de desobediencia civil contra elementos de la Policía. Estas manifestaciones han demostrado un gran nível de heroísmo, con los manifestantes tomándose el edificio Uriel Gutierrez y confrontando a las supuestas Unidades de Diálogo y Mantenimiento del Orden (el antiguo ESMAD que Petro prometió abolir) en las puertas de la universidad. 

El incidente que detonó estas manifestaciones demuestra la completa falta de democracia en las universidades. Este movimiento tiene que poner en la palestra la cuestión de la democratización de la universidad y preguntar por qué es que nada más se le ofrece un voto consultorio a los estudiantes que financian y hacen posible la universidad mientras que una mesa de burócratas que no fueron elegidos por nadie decide al final quién es el rector. La constituyente universitaria que se ha propuesto es la oportunidad perfecta para desafiar de manera abierta la posibilidad de una administración Peña que significaría, en última instancia, mayores pasos hacia la privatización de la Universidad Nacional. 

Lo más importante, sin embargo, es conectar este movimiento de estudiantes con el movimiento de la clase obrera organizada. Es necesario que los profesores y estudiantes de diferentes universidades se movilicen en contra de la privatización de una de las universidades públicas más importantes del país y su encarecimiento. Similarmente, es importante conectar las demandas de la constituyente universitaria con las necesidades de las diferentes universidades del país e incluso, proponer la posibilidad de una reunión de representantes estudiantiles de cada universidad pública y privada del país que promueva las tácticas y estrategia necesarias para luchar por la democratización de la universidad bajo el control de los profesores, trabajadores educativos y estudiantes. 

¿Hacia dónde va el movimiento?

El paro indefinido en la universidad nacional claramente representa el despertar del movimiento estudiantil que eventualmente sirvió de impulsor principal del paro nacional del 2021. Es a esto a lo que obedece las maniobras del pacto histórico de impulsar las reformas por cualquier medio necesario y así prevenir una revolución como dijo el 1ro de Mayo desde el balcón de la casa de Nariño. Sin embargo, la oligarquía colombiana se resiste a estas reformas para evitar perder sus ganancias por cualquier medio necesario y se ha valido de todo tipo de maniobras parlamentarias y de mentiras en los medios para atacar a las reformas. 

El gobierno de Petro se ha ajustado a la realidad de que no tiene mayorías en las legislativas y ha decidido implementar las reformas desde el ejecutivo. Esto le va a pasar factura al gobierno debido al hecho de que está buscando un atajo que evite la necesidad de construir lazos permanentes con la clase trabajadora que la preparen para luchar por las reformas en las calles. Esta implementación particularmente aplica a la situación de la crisis en el sector de la salud y también ha jugado un papel importante en la posibilidad de una reforma a la educación.

El materialismo dialéctico nos explica que junto con las condiciones materiales, el factor subjetivo es clave para acelerar, ralentizar o detener la trayectoria de los movimientos que tratan de cambiar la sociedad de raíz. Todos los elementos de la sociedad colombiana están sufriendo el despertar de las masas ante las condiciones de desigualdad y explotación. El hecho de que las reformas de Petro estén siendo resistidas exacerba estos sentimientos. Los errores del reformismo al tratar de domar el poder estatal (gobernar pero no dominar) lo están llevando cada vez más a una posición donde debe decidir si claudicar definitivamente o chocar de frente con el establecimiento. 

De mayor importancia, es el tanteo de la juventud hacía las movilizaciones que reviven el espíritu del paro nacional del 2021 en conjunto con las movilizaciones de la clase obrera para tratar de acelerar la elección de fiscal en Febrero 8, la lucha por los derechos reproductivos del 8M y la defensa de las reformas de Abril 9. Cada una de estas movilizaciones ha demostrado que miles de obreros, estudiantes y campesinos a través del país todavía quieren luchar por las reformas y están buscando una organización que siente la pauta a seguir. 

Sin embargo, el Pacto Histórico, debido a sus lazos con el establishment político y su poder estatal ha decidido restringir las aspiraciones de las masas. Las tareas de los comunistas en este momento son conectar con estas capas de jóvenes y estudiantes en movimiento a través de todo el país y preparar una organización que luche abiertamente por las ideas del marxismo dentro del movimiento obrero. Pero no solo luchamos por ideas y una organización. Estos son los métodos por los cuales proponemos un programa de acción que permita a la clase trabajadora y al campesinado luchar por el poder. No por más escaños en el estado burgués pero para controlar precisamente la base del poder del capitalismo: las altas esferas de la economía. 

Si queremos lograr universidades de verdad democráticas en donde los estudiantes y los profesores puedan tomar control de las instituciones que ellos hacen realidad cada día, si queremos un sistema de salud que pueda prevenir problemas de salud y ayudar a los millones de afiliados que, día tras día, se encuentran con burocracia y austeridad a la hora de tratar sus problemas médicos, es necesario luchar por estas medidas en las calles, en las fábricas, en las oficinas y en el campo con la auto organización de la clase trabajadora en preparación a su eventual operación de este y los otros sectores de industria del país. 

¡No luchamos para que los gobernantes trabajen, sino para que los trabajadores gobiernen! 

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Luis Aristizabal

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