“Las difamaciones de los políticos no se deben a que sean fuertes… Tienen miedo de que el pueblo, nosotros los trabajadores, seamos conscientes de nuestro propio poder. Miedo de que los trabajadores nos unamos, nos organicemos y amenacemos su dominio.” Fredrik, un comunista de Revolución (CMI en Suecia), habló en la manifestación de 10.000 personas en solidaridad con Palestina en Estocolmo el sábado 28. Este es su discurso.
“La respuesta ha sido proporcionada”. ¿Ya lo escucharon?
El ministro de Asuntos Exteriores, Tobias Billström, los principales periódicos… todos dicen lo mismo: que la respuesta de Israel ha sido proporcionada.
¡Más de 8.000 palestinos muertos! ¡La mitad de todas las casas destruidas o dañadas! 1,4 millones de refugiados – ¡de una población de 2,5 millones!
¡Una nación entera en hambruna organizada!
La ONU dice que la mayoría de los que han huido tienen un litro de agua al día y uno o dos pedazos de pan.
Esto se suma a los millones de palestinos que ya están desplazados –que han sido desplazados sistemáticamente durante casi cien años– que han sido asesinados y aterrorizados sistemáticamente, mientras el mundo entero observa.
Déjame corregirme. El mundo no se ha limitado a mirar.
Israel lo ha hecho con el apoyo activo del imperialismo británico, del imperialismo estadounidense, del imperialismo francés y, recientemente, del imperialismo sueco.
Dicen que vivimos en un país pacífico. Eso es porque aquí no se ven las bombas.
Esta Suecia “pacífica” es el mayor exportador de armas del mundo, per cápita: el mayor exportador de guerra, asesinato y miseria del mundo. Desde el año pasado, exporta a Israel: al asesinato sistemático y la expulsión de palestinos por parte de Netanyahu.
La empresa Saab produce la mayoría de las armas. Sus acciones se dispararon después del 7 de octubre, debido a la perspectiva de ganar mucho dinero con la muerte y destrucción.
El presidente de Saab es Marcus Wallenberg. Jacob Wallenberg [su primo] es el presidente de la Confederación de Empresas Suecas. Éstas son las verdaderas caras del capitalismo sueco.
Gritemos: ¡despierta Suecia!
Pero hay dos Suecias. Una ya está despierta.
Saben lo que está pasando. Llaman al genocidio “proporcionado”, porque protege la inversión y el poder de los imperialistas.
Hay otra Suecia, una que apenas ahora empieza a despertar. Es la Suecia de los profesores de preescolar, de las limpiadoras y de las enfermeras. Es la Suecia de los obreros industriales, de los conductores de autobuses y de los estibadores portuarios.
Son los que trabajamos cada vez más rápido en los hospitales para salvar vidas. Son los que trabajamos hasta el agotamiento, porque nos preocupa la gente.
De la misma manera, los médicos y enfermeras están desafiando ahora las bombas sobre la ciudad de Gaza, a pesar de que pronto se cortará la electricidad porque se está acabando el combustible. Porque si pueden salvar vidas, lo harán.
Por eso soy comunista.
La burguesía quiere hacernos creer que el imperialismo y el capitalismo son lo mejor que la humanidad puede hacer: la “naturaleza humana” es su brutal explotación y saqueo de la tierra.
Pero la avaricia, la crueldad y la explotación son la moral de la burguesía, la de los imperialistas y la de los capitalistas.
Solidaridad con los oprimidos, lucha común unos por otros, por algo más grande que nosotros mismos: esa es la moral del pueblo, esa es la moral de la clase obrera.
En Alemania, miles de personas desafían la prohibición de manifestarse. En París, miles de personas han obligado al gobierno a levantar la prohibición. Hay cientos de miles en las calles de Londres.
Y en todo Oriente Medio, millones se están levantando.
La clase trabajadora ha comenzado a levantarse: en compasión, en unidad, en solidaridad. Para demostrar que los palestinos no están solos, que emprenderemos la lucha. Si estamos organizados, podemos mover montañas.
Hay compañeros de Revolución paseando por la manifestación con listas de contactos. Dice: “¡Organícense para Palestina!”
Te diré lo que eso puede lograr. Aquí hoy tenemos obreros industriales, conductores de trenes, trabajadores de la salud, trabajadores de tiendas, trabajadores de almacenes, personal de hoteles, conserjes, conductores de autobuses, profesores, estudiantes… juntos existimos en todos los lugares de trabajo y escuelas importantes de Estocolmo.
Es hora de que utilicemos ese poder.
¡Escribe lo que está sucediendo, elabora declaraciones de protesta, unete en el lugar de trabajo! ¡Empecemos a preparar huelgas de estudiantes, formemos comités de resistencia, comités por Palestina! ¡Conectemoslos y salgamos a la huelga!
Cada uno de los que estamos aquí podría traer una persona más el próximo fin de semana. Todos podríamos traer 10 más.
Las difamaciones de los políticos no se deben a que sean fuertes. De lo contrario. Es porque tienen miedo.
Tienen miedo de que el pueblo, nosotros los trabajadores, seamos conscientes de nuestro propio poder. Miedo de que los trabajadores nos unamos, nos organicemos y amenacemos su dominio.
¿Cuantos somos hoy? ¿10.000? En una semana podríamos ser el doble, el triple: ¡podríamos ser 20.000, podríamos ser 30.000!
Es hora de hacer que el imperialismo pague por los crímenes del imperialismo.
Es hora de darle al imperialismo una “respuesta proporcionada” a la masacre en Palestina.
Sólo hay una solución: ¡Intifada – revolución!