A dos meses de cumplir el primer año de gobierno, el Pacto Histórico ve como su propuesta de “Gobierno del Cambio” se estrelló contra la institucionalidad del Estado burgués. El saldo de la primera legislatura es, por decir lo menos, victorias pírricas. De los cuatro grandes proyectos de reformas lanzados (salud, pensional, laboral, y la “paz total”) la única que ha tenido un avance favorable es la pensional. La reforma laboral fue ahogada en la Comisión Séptima, la reforma a la salud quedó pendiente de debate y la “paz total” se mueve ciega ante el creciente fortalecimiento de las estructuras del ELN, las disidencias farianas y los grupos paramilitares.
Morir de éxito:
Ríos de tinta se han vertido en todos los canales informativos, desde la oposición de derecha, que se alegra de la parálisis, hasta los petristas más convencidos que echan la culpa al “Estado oculto” , pasando por el “Centro” que clama por la “sensatez”, el problema de la “polarización” y la necesidad de que el Gobierno “vuelva a tender puentes”.
Si pudiéramos definir la situación del reformismo petrista en este momento es que está “muriendo de éxito”. Económicamente Colombia está en un equilibrio, con flujos de inversión estables (como se pudo ver con los juegos de casino de parte del GEA y el Grupo Gilinksi), e institucionalmente hay un Estado que paso a paso está logrando consolidar sus gastos y hacerlos efectivos (dada la exitosa Reforma Tributaria y la mejora en los procesos de la DIAN), en suma las predicciones de desastres se quedaron en eso, elucubraciones.
El tema es que todos estos éxitos palidecen ante la consistente campaña desde los medios tradicionales y en especial de Revista Semana, y una cadena de escándalos que no son de gestión, sino prácticamente tramas al mejor estilo de telenovelas de la década de 1990. Pero eso no explica todo, el verdadero freno a las reformas nace precisamente de la política de consensos en el Poder Legislativo. Nuevamente, el Estado burgués saca a luz sus mejores armas para mantener los intereses de su clase dominante.
El Estado y los límites del reformismo
Suena a historia antigua cuando el gobierno anunciaba en septiembre de 2022 que “mágicamente” la propuesta de un frente amplio para lograr avanzar las reformas era una realidad, y el interés nacional iba a ser el pegamento que uniría a estas fuerzas disímiles, todo porque los partidos tradicionales (Liberal y Conservador) más el Partido de la U se declaraban partidos de gobierno o neutrales, según las fórmulas dictadas por la Constitución. .
Es en este momento donde los elementos tradicionales del Pacto Histórico como Roy Barreras, Mauricio Lizcano y Alfonso Prada parecían vestirse de gloria. Se consiguió la reforma tributaria, y se iniciaron los procesos de radicación de las reformas. El gobierno le “hacía caso” a los “mayores” como Ocampo y Cecilia López. Y entonces se dio el primer choque, la oposición a la reforma a la salud.
De repente, por más cuota burocrática, negociaciones en los pasillos y demostraciones de “madurez” los elementos del Partido Conservador y del Partido de la U pasaron cuestionando el proyecto de reforma encabezado por Carolina Corcho. La posición de Corcho, tildada de inflexible, fue mitigada en un “50 por ciento” según Guillermo Jaramillo, el ministro de salúd reemplazando a Corcho.
Y esta historia se ha repetido, tanto para la reforma pensional (donde Asofondos se ha pasado emitiendo predicciones espeluznantes) como con la laboral (el Banco de la República avalando conclusiones de que se “destruirían” 450 mil empleos, y el presidente de la ANDI usando esto para atacar el proyecto). Al supuesto consenso alcanzado en incontables mesas de negociación, que con cada nueva aguaban más los proyectos, se llegó al callejón sin salida de los pasillos del Congreso.
Aquí es menester recordar la definición del Estado desde el marxismo:
“El Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.” (El Estado y Revolución, Vladimir Lenin)
La ilusión (idealista) de un frente común, y en especial en un Estado que en sus altas esferas está cada vez más disociado de la población y totalmente supeditado a intereses de clase, es fatua. Solamente un poder legislativo mayoritario por parte del Pacto Histórico hubiera garantizado las reformas, y el consenso es posible únicamente si la movilización de la clase trabajadora mueve (por miedo o consciencia) a los elementos conservadores.
Aquí vemos cómo, a pesar de todos los intentos de conciliar de parte de los reformistas, la oligarquía colombiana no está dispuesta a perder ni un solo centavo de sus ganancias. Esta primera legislatura es un augurio de eventos por venir. En la medida en que el gobierno del Pacto Histórico continúe por esta vía, verá como su programa de gobierno no logrará sobrevivir las artimañas de una oposición dispuesta a calumniar y engañar para evitar pasar estas reformas y así desacreditar a la izquierda reformista.
El camino a seguir:
Desde el inicio, la clase trabajadora y la juventud han demostrado su voluntad para defender un proyecto de cambio. La elección del gobierno Petro fue consecuencia de esa voluntad. Incluso en este periodo de gobierno y a pesar de los ataques de la derecha y los errores del Pacto Histórico, las calles han sido un escenario donde las movilizaciones en defensa de las reformas han estado presentes. Recordemos el 1 de mayo o la marcha del 7 de junio.
Este es el camino correcto a seguir. La lucha por las reformas debe pasar de lo abstracto a lo concreto y olvidar toda ilusión de la conciliación o las vías del parlamentarismo. Hasta el momento el máximo avance que hemos logrado en el país ha sido gracias a la movilización activa de las masas durante el Paro Nacional. Pero la única manera de darle largo aliento a estas bases es a través de la organización.
El freno a las reformas es una muestra más de que la clave es la movilización, y dentro de la movilización la formación de la clase trabajadora. Ya lo hemos visto con los intentos de la derecha de capturar nuevamente a las mayorías con sus campañas de mentiras y desinformación. Es necesario romper con los elementos de la oligarquía dentro del Pacto Histórico y reorientar el partido hacia un partido independiente de clase con la clase obrera a la cabeza del campesinado y las capas oprimidas de la sociedad que no esté dispuesto a mitigar las reformas y luchar por ellas en las calles, con movilizaciones y huelgas. Solo con semejante organización podremos ponerle fin al caduco sistema capitalista que no tiene nada más que ofrecer excepto pobreza y miseria.