Movilización Política

Un país entre la Reforma o la Revolución: El discurso de Petro el Primero de Mayo 

Un país entre la Reforma o la Revolución: El discurso de Petro el Primero de Mayo 

A pesar de lo que la izquierda nacional e internacional repita o lo que la extrema derecha vocifere, la verdad es que el presidente Gustavo Petro siempre ha mostrado su disposición a la concertación. Pero él sabe que para poder negociar con una oligarquía reacia a las concesiones, tiene que tener la sartén por el mango. La marcha del día del trabajo mostró su juego y el porqué de su decisión del cambio de gabinete, que se basaba en su conocimiento del apoyo de las bases, especialmente de la clase trabajadora colombiana. Era una apuesta arriesgada, ya que las últimas marchas convocadas no habían logrado la cantidad de asistencia que se consiguió este primero de mayo.

Según artículo de “El País”, La Policía Nacional calcula que 75000 personas marcharon en todo la nación, a pesar de que la Plaza de Bolívar, en Bogotá, tiene una capacidad para 55000 personas y en el punto más alto de la movilización se llenó al completo. También hubo marchas concurridas en ciudades como Bucaramanga y Medellín, en donde la oligarquía colombiana ha tenido un control político a través de sus maquinarias electorales y la represión. Sin duda, su apuesta pagó y eso le permitió arremeter en su retórica en contra de la oligarquía, aunque sus acciones se quedan cortas.

Falso alarmismo de la derecha  

Los comentarios alarmistas de la derecha y el “centro político” muestran que la concurrencia fue mayor a lo esperado y que la oposición a Petro (desde la ultra izquierda hasta la derecha) se encuentra asustada por su bancarrota política y la posición de inferioridad en la que los movimientos del gobierno les pone. Sirva de parangón el evento organizado por el Centro Democrático el 30 de abril, en el que el expresidente  Uribe fue al barrio Moravia en Medellín para impulsar la campaña de sus precandidatos y que tuvo una nimia asistencia, o el intento del MOIR de usar la fecha para lanzar el movimiento “Colombia Soberana”, acusando al gobierno de “pro-gringo”.

Sin embargo, han sido los medios tradicionales quienes se enfocaron en resaltar partes del discurso presidencial en donde el presidente advertía sobre la necesidad de dar vía a las reformas a los sistemas de salud y pensión que debido a la crisis y la fuerte monopolización se han enfrentado a quiebras. Es obvio que esa presión pide un viraje porque la proyección en estos servicios no es muy alentadora. 

El mensaje de los medios intentaba resaltar la supuesta amenaza antidemocrática de Petro insistiendo en el miedo que debería despertar al país el hecho de recordar eventos como el del Estallido Social, sus protagonistas y lanzar vivas a la Primera Línea (ensañandose aquí con Francia Márquez por su discurso en Cali). Frente a eso hay que mencionar que el gobierno solo ha hecho uso de las herramientas que le ofrece el sistema y la democracia burguesa, el único problema aquí es que esos instrumentos sean utilizados con la intención de beneficiar a las mayorías o un programa de izquierda. 

Las masas responden al llamado del gobierno nacional de manera voluntaria, ejercitando sus derechos de libre expresión y asociación. Que la prensa burguesa se sienta obligada a atacar esos ejercicios democráticos fundamentales es evidencia de que, para ella, la clase obrera solo tiene derecho a ser explotada.

Por supuesto el bullicio de estos lloriqueos no ha dejado indiferente al oportunismo de diversos movimientos (como el mencionado “Colombia Soberana”, o personajes de derecha como Fico Gutiérrez) Este último en su cuenta de Twitter publicó una advertencia sobre la falta de democracia a la que nos podían llevar las decisiones del actual gobierno, pero llamaba a ganar el pulso en las elecciones locales. Sin duda voluntad violenta no le falta a la facción más atrasada de nuestra oligarquía, pero muestras de fuerza como las del primero de mayo por parte de la clase trabajadora les enfrenta a su realidad. Asimismo, personajes del “centro” como Ramiro Bejarano llamaban a reflexionar sobre las advertencias lo que “puede pasar en Colombia con Petro” hechas por María Corina Machado, líder del ala extrema de la oposición venezolana en una entrevista de “El Tiempo”, en una extraña coincidencia con el viejo temor de ver a Colombia convertirse en Venezuela. 

https://twitter.com/FicoGutierrez/status/1653138982371205151?t=NqWlzYYGVb80jFSPFi99YA&s=19

Sin embargo, esta reacción histérica no tiene una base material. Como se pudo observar aún en las partes más radicales del mismo, el hilo conductor de Petro es tratar de “torear” a la burguesía pero buscando a la vez su alianza.

Conciliación de clase

El momento más resaltado de estas marchas fue el discurso del presidente Petro al respecto del progreso de las reformas a través del Congreso. Aquí, Petro lanzó una advertencia a la clase dominante: “el intento de coartar las reformas puede llevar a una revolución”. El dictamen fue visto como una amenaza por toda la derecha e inflamó los ánimos de la plaza. Sin embargo si se analiza todo el discurso, más que una arenga a la toma del poder para un cambio del status quo, lo que llama Petro es a que la movilización popular sea comparsa para que el Gobierno logre imponer una línea de la conciliación con la política tradicional y ha decidido que su principal aliado es el Partido Liberal. Es por eso que les dio un guiño al no mover ninguna de sus fichas del gabinete y premió a quienes de ese partido le apoyaron durante el primer debate de la Reforma a la salud nombrando a Luis Fernando Velasco, un liberal contrario a la dirección de Cesar Gaviria, como Ministro del Interior, y que en el discurso se destaparan los ataques a Gaviria y se busque explotar las ya visibles divisiones con su liderazgo dentro de ese partido.. 

Por el lado de los símbolos es notable que el mandatario citó a una de las más grandes figuras de ese partido, Alfonso Lopez Pumarejo, presidente en 1934 y 1942, quien venía de una línea de liberales que en la década de los treinta intentaron ofrecer grandes reformas para calmar a las masas después de eventos como la Masacre de las Bananeras y el largo periodo de hegemonía conservadora, prácticamente un calco de lo que el Gobierno de Petro busca hacer. 

No se puede negar que durante sus dos gobiernos López logró varias reformas que pretendían mejorar las condiciones del país, especialmente de la clase trabajadora, no obstante la presión de la oligarquía hacendaria le obligó a moderar su posición y renunciar a la Reforma Agraria. De hecho muchos de los logros de las reformas se perdieron luego de la Segunda Guerra Mundial, con el regreso de los conservadores y la división de los liberales derivado de las luchas entre el liderazgo de Jorge Eliecer Gaitán (iniciado con los movimientos populares nacidos al amparo de las políticas de Pumarejo) y el ala oligárquica. 

Pumarejo, quien era seguidor de Keynes e integrante de la élite, entendía la necesidad de equilibrar los poderes por arriba para tratar de dar avance a la industria nacional y superar las inequidades de un capitalismo rentista y atrasado. Sin embargo, ante los constantes ataques de su propia clase fracasó en su principal proyecto, la Reforma Agraria, dejando las clases oprimidas sin una solución efectiva de sus problemas más graves. Esto llevo a los hechos del  Bogotazó donde el descontento acumulado por la inoperancia de ambos partidos y la acumulación de miseria y atraso estallarían luego del asesinato de Gaitán en 1948. 

Esta figura agrada a Petro porque para él es el reflejo del político liberal abnegado tratando de cambiar el mundo, pero no parece vislumbrar lo que la historia de Pumarejo realmente revela para su propio reformismo. Sea como sea, esa admiración también hace patente la actitud actual con la que enfrenta el escenario político buscando la manera de lograr los cambios por medio de la negociación pero con la batuta en la mano.  Es ahí donde la ruptura de la coalición se muestra igual a una escena de teatro. 

No podemos negar la tensión generada por los movimientos dados por el ocupante de la Casa de Nariño la semana pasada. Esos actos impredecibles para el gran poder no le gustan pues está acostumbrado a ser quien manda. De todas maneras sus alfiles permanecen intactos y el poder económico sigue en sus manos.  

Roy Barreras, presidente del congreso, máxima ficha del santismo en el Pacto Histórico y opositor a la reforma de la salud y los “extremismos” del presidente, ratificó en entrevista a la “W” la intención del gobierno para mantener los acuerdos y la coalición de gobierno dándole su voto de confianza al nuevo ministro de Hacienda y asegurando la continuación de la coalición desde el Congreso a través de consensos. Con todo esto también desmintió ataques a las grandes empresas y recalcó la voluntad del gobierno para con los más ricos pero abriendo espacios a la “economía popular”, o sea dando oportunidades de trabajo al obrero campesino, según lo permitan los recursos, oportunidades y conocimientos requeridos por las empresas que trabajen en dicho territorio. En buen castellano: la ley lo exige pero la multinacional puede ignorarlo. 

Reforma o revolución

La respuesta de los sindicatos, partidos y organizaciones ante lo que pareció un giro a la izquierda por parte de su gobierno demuestra la fuerza natural de las mayorías en acción así como su determinación cuando la dirección les llama con decisión a defender lo que ven como cambio. 

Después de las movilizaciones del primero se han vuelto a sentir los ánimos combativos y la intención de reivindicación a organizaciones como la Primera Línea y a las expresiones en la calle. La discusión se reavivó en las calles y dentro de los grupos más militantes. Declaraciones como las de uno de los líderes de los Escudos Azules (primera línea) lo aseveran. Sus palabras expresan una comprensión instintiva del ambiente político, la división de clases, la importancia de la movilización en defensa de las reformas, la lectura de la autodefensa como un organismo no ajeno a las luchas populares y una legítima desconfianza con la moderación del progresismo. Al mismo tiempo eso contrasta con su empirismo, la influencia del posmodernismo y la falta de formación teórica. Básicamente es  un reflejo de la mayoría de las bases. 

Y es que infortunadamente hay una desconexión evidente entre esas fuerzas abajo y el liderazgo arriba. Es muy notoria la manipulación utilitarista que le da el Pacto a la movilización para mostrar fuerza pero sin el deseo de activarla más allá de los aplausos. Las palabras finales del discurso en el balcón que elogiaban a la clase obrera y le pedían ser la fuerza del cambio por ser la clase mayoritaria en el país no son equivocadas pero se fundan en la falacia  de trabajar bajo los límites de la democracia burguesa, apoyando a los ocupantes del Palacio de Nariño. 

El movimiento de “ajedrez político” del Gobierno sigue la tendencia de los gobiernos reformistas que buscan a las masas pero a la vez plantan límites claros de hasta dónde quiere que llegue. Por el momento, lo cierto es que las masas estarán apoyando las reformas y el cambio de gabinete buscará agilizar su trámite. Pero estas reformas no van a la yugular. 

Más bien, estas reformas buscan conciliar las ganancias de la clase dominante con un posible incremento de la infraestructura social para la clase obrera. La meta implícita detrás de esto es continuar la explotación de los trabajadores colombianos de parte de las grandes multinacionales. Todas las reformas que el capitalismo puede ofrecer serán sobre esta base.  

Esto solo vendrá de superar los límites de los rituales de la democracia liberal burguesa, que son una camisa de fuerza a la innovación y la creatividad que pueden desatarse en las dinámicas del centralismo democrático con el control obrero desde abajo hacia arriba. No nos cansaremos de repetir como marxistas que apoyamos las reformas y esperamos que ayuden a elevar la calidad de vida de la clase trabajadora. Sin embargo, entendemos que solo será a través de la movilización de la clase obrera, en las calles y en los lugares de trabajo, con huelgas y manifestaciones, que estas reformas se podrán lograr. Estos intentos de alcanzarlas desde arriba, negociando con la élite, solo llevarán a moderaciones que crearán las semillas de su propia destrucción en la forma de privatización y medidas de austeridad.  

Solo con la formación de  cuadros capaces de dirigir a la clase trabajadora  hacia la victoria desde la tribuna de un partido obrero podremos superar el fracaso del reformismo a la hora de implementar estas reformas. Esto es la semilla de esa revolución que atemoriza a las élites y esperanza a los oprimidos, y que nos llevará a ese mañana próspero, democrático y equitativo.

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Rosa Espinoza

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