Los últimos cinco años de la historia colombiana han puesto la lucha de clases en la agenda del país. No hay que ver más allá del hecho de los dos paros generales en contra del gobierno de Iván Duque al igual que explosiones sociales como las de Septiembre 2020 para ver que la juventud, el campesinado y la clase obrera están retomando el músculo. Estos eventos han sido marcados por el heroísmo de los mejores elementos de la clase obrera. La formación de la primera línea como método clave para defender a los manifestantes y la formación de cabildos son experiencias que le han enseñado a una capa de estos sectores sociales como luchar y ganar.
Sin embargo, el hecho es que todavía vivimos todo el gobierno de Iván Duque a pesar de que existió la posibilidad clara de derrocar a su gobierno y la clase que representa. Las razones detrás de esto son claras para cualquiera que vivió esos meses cruciales de 2021. El comité nacional del paro se adueñó del movimiento. Una coalición de las centrales sindicales del país representando a la gran mayoría de los trabajadores organizados apoyando y dirigiendo el paro general sería un paso enorme en la dirección correcta. Pero desafortunadamente la dirección del comité nacional se basó enteramente sobre la perspectiva de usar el paro general para avanzar un pliego de reformas sin desafiar abiertamente al gobierno de Duque. Desde el primer día, el comité nacional de paro propuso trasladar las protestas a mítines por zoom.
Las masas, sin embargo, respondieron con una movilización que llevó a cientos de miles de personas a través de 23 ciudades a marchar por dos meses. El que vivió esos dos meses sabe cuánta valentía, creatividad y persistencia tuvieron las masas en las calles de Colombia. Tristemente, la energía de las masas no es infinita. En frente de la represión de la policía nacional (más de 4687 casos de brutalidad policiaca fueron registrados por la ONG Temblores), las masas se cansaron de sacrificar su hoy por un mañana que simplemente no llegaba.
¿Cuál fue el problema aquí? En una palabra: Dirección. Trotsky explicaba en su clásico texto, “El Programa de Transición” que “la situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado.” Estas palabras, escritas en el periodo anterior a la segunda guerra mundial, terminan aplicando enteramente al periodo actual tanto en Colombia como en el resto del mundo. Aquí, un movimiento que estremeció al gobierno nacional y confrontó abiertamente al estado no pudo desafiar abiertamente por el poder a la clase dominante ya que las centrales sindicales que se pusieron a la cabeza del movimiento no estaban dispuestas a nada más que negociar por reformas. En el resto del mundo, hay una dinámica similar.
Los obreros tienen sed de lucha. Se puede ver en las huelgas en muchos sectores industriales, se puede ver en las manifestaciones masivas en países como Kazajistán, Irán, Sudán, Sri Lanka, Palestina, Perú, Ecuador, Chile, EEUU, etc. El movimiento obrero está retomando la fuerza que perdió con la caída de la Unión Soviética, buscando una manera de escapar de la vorágine creada por la burguesía internacional y la crisis capitalista. Pero el liderazgo del movimiento obrero no se atreve a romper con el capitalismo, solo a tratar de usar el movimiento de masas para obtener concesiones y así, obtener el prestigio de las victorias de las masas y el agradecimiento de la clase dominante por la preservación del status quo.
La pandemia ha matado 137.000 Colombianos, de acuerdo a cifras oficiales, con la política de reactivación forzada durante el 2020 tirando a los obreros y a la juventud a la trituradora por unos miserables pesos más. Si bien el gobierno se ufana de una recuperación milagrosa, la pregunta es quien recibe los frutos de la misma. Esto encima de los mismos horrores que definen al capitalismo colombiano desde siempre: la tenencia del 81% de la tierra en las manos de un 1%, la hambruna generalizada (de acuerdo a El Espectador, “7,2 millones de personas podrían tener dificultad para acceder a los alimentos necesarios para su subsistencia.”), la inflación (9.07%, la más alta de los últimos veinte años), el desempleo (el más alto en Latinoamérica, con 1 de cada 10 obreros desempleados) la persecución abierta de aquellos que deciden organizarse (86 líderes sociales han sido asesinados en el 2022 nada más y 930 han sido asesinados desde la inauguración de Iván Duque hasta hoy), etc.
Creemos que en una situación como esta se requiere una organización de la clase obrera, el campesinado y la juventud. Una organización que pueda conectar las luchas de diferentes sectores de la sociedad, sacando las lecciones correctas de cada batalla y preparando la toma del poder de la clase obrera para ponerle fin al capitalismo colombiano. Semejante tarea histórica no se puede emprender de la noche a la mañana. Sin embargo, creemos que esta publicación es una parte esencial de esta tarea. Con una publicación, podemos llevar nuestras ideas al resto del resurgente movimiento obrero y podemos empezar a atraer a los mejores elementos de la juventud, la clase obrera y el campesinado.
Hay una capa social que está sacando balance de los eventos de los últimos 5 años y de las insurrecciones que hemos vivido. Esta capa está buscando ideas serias para luchar contra el capitalismo, un sistema de horror sin final para la gran mayoría. Este periódico es nuestro mensaje para aquellos que estén interesados en semejante organización, que quieran ponerle fin a la opresión y miseria que definen a la vida de la mayoría de los Colombianos: consideren organizarse con nosotros. Si están de acuerdo, les urgimos a ponerse en contacto con nosotros. Juntos podemos lograr la tarea histórica en frente de nosotros: el socialismo durante nuestras vidas.