El sábado 29 de julio, los Luchadores por la Libertad Económica (EFF) celebraron su 10º aniversario con una multitudinaria concentración de 100.000 simpatizantes en el estadio FNB de Johannesburgo. Fue una participación impresionante, que demuestra el enorme atractivo del partido, especialmente entre las capas activas de la juventud.
El mitin fue la culminación de varias actividades a lo largo de la semana, incluida una ceremonia en Marikana el 26 de julio, día de la fundación del partido. En su discurso, el presidente del EFF, Julius Malema, afirmó que la masacre de Marikana del 16 de agosto de 2012, en la que la policía abrió fuego contra los trabajadores mineros en huelga, matando a 34 e hiriendo a 78, desempeñó un papel decisivo en la formación del partido.
Éxito organizativo
La manifestación del sábado fue un gran éxito desde el punto de vista organizativo. La mayoría de los 100.000 asistentes procedían de la provincia de Gauteng, anfitriona del acto, pero los miembros y simpatizantes del partido acudieron de todas las provincias y regiones del país para celebrar, y también para escuchar las perspectivas de la dirección para el próximo periodo.
La crisis del capitalismo ha afectado profundamente a la sociedad sudafricana en el último periodo. Su economía aún se tambalea por el impacto del COVID-19, agravado por las secuelas de la guerra en Ucrania. También está la crisis de la electricidad, derivada de la corrupción y la codicia de la clase capitalista en su conjunto, así como el aumento del coste de la vida.
La crisis del capitalismo es especialmente aguda en Sudáfrica. Es la inmensa mayoría de la población pobre y trabajadora la que sufre los peores efectos de esta crisis: desempleo masivo, falta de vivienda digna, educación inadecuada, carencia de tierras y descenso acelerado del nivel de vida. La raíz de esta situación se encuentra en el sistema capitalista, que es incapaz de hacer las más mínimas concesiones a los trabajadores y a los pobres.
La crisis económica está teniendo un impacto catastrófico en el nivel de vida. La clase trabajadora está ahora peor que hace 10 años. El desempleo real asciende a 10,2 millones de personas. A esto hay que añadir los millones de empleos perdidos durante el lock out patronal. Los trabajadores precarios han sido devastados, 3 millones han perdido su empleo de la noche a la mañana.
El desempleo juvenil es el más alto del mundo. El nivel de desempleo entre los jóvenes de 15 a 24 años es del 59%. Más de 8 millones de los 20,5 millones de jóvenes del país ni tienen trabajo, ni estudian, ni siguen una formación. Toda una generación ha crecido con esta realidad.
Fueron sobre todo estos jóvenes radicalizados los que acudieron en masa al estadio para escuchar las perspectivas de los dirigentes del EFF sobre estas cuestiones.
En un extenso discurso, Malema elogió a sus seguidores por desafiar a los escépticos que hace 10 años daban a la organización pocas posibilidades de sobrevivir. Hizo especial hincapié en los medios de comunicación corporativos: “Dijeron que nunca alcanzaríamos el 1% de los votos. Dijeron que nuestra organización surgió de la ira y que nunca duraría”.
“Hoy”, continuó, “les miro caminar dentro del estadio: ¡qué paseo más bochornoso! Les habéis decepcionado. Les habéis demostrado que estaban equivocados”.
En la última década, el EFF ha alcanzado el millón de miembros, dijo Malema a sus seguidores. Sin duda, se habrían necesitado muchos miles de activistas comprometidos para preparar la logística, el transporte, etc. de un acontecimiento de tal magnitud y convertirlo en un éxito, lo que claramente consolida el estatus del EFF como auténtico movimiento de masas.
En su discurso, Malema rindió homenaje a los trabajadores mineros asesinados por la policía en Marikana: “A las viudas de Marikana, que hoy deben saber que los sacrificios realizados por sus maridos, hijos y hermanos de la masacre del 16 de agosto de 2012, no fueron en vano.”
Y añadió: “Estamos aquí de pie, cumpliendo 10 años ante el país, el continente y el mundo gracias a esos valientes mineros, que desafiaron la codicia y la violencia del capitalismo y del Estado.”
Malema también rindió homenaje al líder revolucionario cubano Fidel Castro, al movimiento 26 de Julio y al pueblo cubano, a quienes atribuyó el mérito de inspirar la formación del EFF:
“Mientras que Cuba guió la idea de nuestra organización, Marikana dio origen a este movimiento revolucionario”.
Lanzó un mordaz ataque contra el ANC, del que dijo que había sacrificado a los trabajadores en defensa del capital, explicando además que “el antiguo movimiento de liberación ha traicionado la lucha por la tierra y la economía por la que lucharon y murieron nuestros antepasados”.
A continuación, Malema esbozó las principales reivindicaciones del programa del EFF para lograr “la libertad económica en nuestra vida”:
“Nacionalicemos las minas. Nacionalicemos los bancos. Necesitamos vivienda, educación y empleo. Debemos hacer crecer la economía africana”.
Además, Malema hizo hincapié en la crisis eléctrica, explicando que la corrupción estaba muy extendida en el país y que el partido planeaba abordarla con decisión una vez que llegara al poder tras las elecciones generales de 2024.
Fallas y contradicciones
La celebración de los 10 años es un hito para el partido, que ha crecido hasta convertirse en el tercero más grande del Parlamento. Malema y los “seis principales” dirigentes del EFF no han ocultado su objetivo de llegar al poder en las próximas elecciones de 2024. En este contexto, el mitin del sábado fue tanto el lanzamiento de una campaña como la celebración de logros pasados.
La idea de que el EFF pueda acercarse al gobierno tampoco es del todo descabellada. El ANC tiene actualmente una intención de voto inferior al 50% y, por primera vez desde las primeras elecciones democráticas de 1994, se enfrenta a la posibilidad real de obtener menos de la mitad de los votos emitidos. En esta situación, el EFF podría convertirse en el “rey”, sobre todo si supera a la Alianza Democrática (DA) y se sitúa en segundo lugar.
Sin embargo, el acto del sábado también puso de manifiesto las contradicciones y fallas, que se harán más evidentes con los próximos acontecimientos, especialmente si el EFF se acerca al poder.
Aparte del acto en Marikana y del mitin en el estadio FNB, el partido también organizó una “cena de gala” en el glamuroso Emperor’s Palace de Johannesburgo el jueves por la noche, a la que asistieron ricos hombres de negocios y personas adineradas que habían pagado entre 250.000 y 1.200.000 rupias cada uno para sentarse a la mesa de los dirigentes del EFF. Uno sólo puede imaginar lo que tales “líderes empresariales” querrían discutir con ellos habiendo pagado tan principesca suma.
Además, el partido organizó un desayuno de trabajo el viernes, al que asistieron eminentes dignatarios y diplomáticos en el Hotel Sheraton de 5 estrellas de Pretoria. Evidentemente, el partido quiere presentarse ante la comunidad internacional como un gobierno en espera, pero esto pone de relieve una cuestión importante en el corazón del EFF como movimiento: ¿Debe dirigirse a los Estados nación capitalistas de África y del mundo, o a la clase trabajadora mundial?
No se trata de puntos insignificantes, sino que reflejan las contradicciones y fisuras de clase y dentro de la organización. Estas contradicciones de clase ya se han expresado de otras maneras. Tras las elecciones locales de 2016, el ANC en el poder perdió por primera vez su mayoría en tres áreas metropolitanas clave: Johannesburgo, Tshwane y Bahía Nelson Mandela.
El EFF utilizó su voto decisivo en estas áreas para formar una “coalición informal” con la Alianza Democrática, un partido totalmente capitalista formado a partir del ala liberal del Estado del apartheid, para echar al ANC. Aunque este acuerdo acabó fracasando, sentó un peligroso precedente de cara a las elecciones nacionales de 2024.
En el mitin, Malema planteó el objetivo de ganar la mayoría y tomar el poder sin necesidad de ninguna coalición, pero nadie lo considera probable, ni siquiera en el EFF. En lugar de eso, Malema ha explicado en otros actos que su prioridad número uno es echar al ANC del poder, aunque eso signifique llegar a un acuerdo con partidos de derechas como el DA y el Inkatha Freedom Party, nacionalista zulú.
Si el EFF repite el error de trabajar con el enemigo de clase como el DA, y otros partidos burgueses a nivel nacional, no sólo representaría un alejamiento fundamental de su objetivo declarado de liberación económica para el pueblo oprimido de Sudáfrica, sino que también podría causar una grave crisis dentro del propio partido. En última instancia, el EFF no puede servir tanto a los trabajadores sudafricanos como a los patrones sudafricanos, ya sean blancos o negros.
¿Panafricanismo o socialismo?
La lucha de clases se está intensificando en Sudáfrica y lo importante para las organizaciones de izquierdas y de la clase obrera es avanzar en la misma dirección que la juventud y los trabajadores revolucionarios que constituyen la base. La aparición de fuerzas a la izquierda del ANC, como el EFF, es una clara manifestación de la radicalización que se está produciendo en la sociedad sudafricana.
Ningún otro partido de la oposición en las últimas dos décadas ha hecho una entrada tan repentina y espectacular en la escena política como el EFF. El EFF se describe a sí mismo como un “movimiento radical, de izquierdas, anticapitalista y antiimperialista con una perspectiva internacionalista anclado en la lucha y las formaciones populares de base”. También afirma que “se inspira en la amplia tradición marxista-leninista y en las escuelas de pensamiento fanonianas, así como en el panafricanismo”.
Sin embargo, el panafricanismo se apoya en fuerzas de clase diferentes a las del marxismo, que se basa firmemente y sin concesiones en la clase obrera y su punto de vista de clase. En última instancia, la lucha por la libertad económica sólo puede ser una lucha para derrocar al capitalismo, que es fundamentalmente incompatible con los intereses de la burguesía africana.
Millones de trabajadores sudafricanos ya han llegado a la conclusión de que la “democracia” formal no es suficiente, y que es necesario luchar por la emancipación económica, el pleno empleo, la vivienda, la sanidad y la educación gratuitas. Pero la mayoría sigue sin creer que el EFF vaya a conseguirlo, a pesar de que estas reivindicaciones están incluidas en sus “siete pilares no negociables”. Muchos se preguntarán, con razón, cómo va a pagar el EFF todas estas cosas y, al mismo tiempo, ayudar a las empresas sudafricanas. La verdad es que no puede. De hecho, en todos los países los gobiernos atacan a los trabajadores en todos los frentes para defender al capital.
Del mismo modo, la liberación del continente africano de los grilletes del imperialismo no puede lograrse sobre la base de los Estados nacionales capitalistas existentes en toda África, que oprimen a sus trabajadores y pugnan constantemente por el poder y la influencia de unos sobre otros. No basta con pedir la “paz”. El único camino hacia la verdadera liberación de África pasa por el derrocamiento de todos estos Estados por la clase obrera y la planificación democrática de la economía sobre una base socialista.
El planteamiento del socialismo y del panafricanismo por parte de la dirección del EFF pone de manifiesto las contradicciones subyacentes en el partido. Se trata de una línea de fisura que recorre toda la organización, entre una amplia capa de activistas del partido que pretenden derrocar el capitalismo, y un ala nacionalista del partido, que sólo aspira a reformas que eleven el estatus de la débil burguesía negra de Sudáfrica.
Si nadie es capaz de presentar una solución clara y socialista a la crisis de Sudáfrica, que es inseparable del sistema capitalista, la lucha de los oprimidos por la libertad llegará a un callejón sin salida. En esas condiciones, es probable que el nacionalismo desempeñe un papel venenoso y reaccionario. El potencial para ello se mostró claramente con las escenas de violencia xenófoba en las que sudafricanos negros pobres se volvieron contra muchos negros pobres, principalmente de otros países africanos, matando a muchos.
Estos actos atroces pueden atribuirse directamente a las condiciones sociales que experimentan muchos de los pobres. También es consecuencia directa del fracaso de las organizaciones de masas de la clase obrera a la hora de ofrecer una alternativa socialista. La consecuencia directa fue que muchos vieron el origen de su difícil situación en la nacionalidad de muchos extranjeros que también se ganaban la vida a duras penas en las calles. El EFF se ha manifestado correctamente en contra de estos ataques, pero su postura sobre el nacionalismo africano se enreda en una confusión ideológica que acabará expresándose en la práctica durante el transcurso de la propia lucha.
Los socialistas deben oponerse inequívocamente a todo lo que divida a la clase obrera. Es cierto que los sudafricanos negros han tenido que soportar el peso de una brutal opresión racial. Es igualmente cierto que muchos negros se enfrentan a la discriminación racial hasta el día de hoy, que debe ser combatida en todas sus formas. Pero es importante comprender que todas las formas de opresión, ya sea racial, de género o nacional, tienen su origen en la división de la sociedad en clases. La única manera de empezar a resolver estos problemas es cambiar sus raíces materiales, unir a la clase obrera y luchar por el socialismo.
El socialismo es internacionalista por naturaleza. No puede existir la noción de una “vía africana al socialismo”, separada de la lucha por el socialismo en todos los demás continentes, incluidos Europa y Norteamérica. Esto se debe a que el sistema capitalista se desarrolló como un sistema mundial.
Además, esto ha sido completamente confirmado por lo que ha sucedido durante las últimas tres décadas de gobierno bajo el CNA. Durante el último período, algunas de las explotaciones más brutales de la clase trabajadora negra se han producido precisamente a manos de capitalistas negros como Cyril Ramaphosa. De hecho, Ramaphosa tiene más intereses compartidos con los capitalistas blancos y extranjeros que con los trabajadores negros sudafricanos, como se reveló tan trágica pero claramente en Marikana en 2012.
Los trabajadores de Sudáfrica tienen más en común con los trabajadores de otros países que con los capitalistas negros. Nuestro objetivo no debe ser “crear industriales negros”, sino derrocar por completo el dominio de los capitalistas, blancos y negros. Que el EFF haya conseguido reunir a tanta gente en torno al objetivo de la emancipación económica completa es algo que todos los socialistas deberían celebrar. Pero no debemos hacernos ilusiones: La única manera de lograr la libertad económica es unir a los trabajadores del mundo bajo la bandera de la solidaridad y el socialismo.