Las movilizaciones en Colombia son históricas, con miles y miles de trabajadores, jóvenes y oprimidos diariamente en las calles ya durante 26 días. Las masas colombianas están rebelándose contra los planes del reaccionario gobierno de Iván Duque de hacer pagar, aún más, la crisis del podrido capitalismo a la inmensa mayoría de la sociedad.
Con independencia de otras consideraciones, lo que no cabe duda es que la rebelión de los oprimidos ha puesto contra las cuerdas al sistema, comenzando por su corrupto y criminal gobierno. Fruto de la lucha ya vemos en lo alto de la mesa algunas conquistas.
Los escépticos y cobardes, difamadores de la lucha, que dicen que ‘luchar no sirve para nada’, en vista de lo logrado ya estos 26 días, deberían callar para siempre. Los primeros frutos de las movilizaciones son ya tangibles: retirada de la reforma tributaria planteada por el gobierno, la dimisión del que fuera Ministro de Hacienda y de parte de su equipo, la matrícula en la universidad pública gratuita para los estratos 1, 2, 3 y hoy mismo la no admisión a trámite en el Congreso, de la Reforma de Salud. Aún quedan más conquistas que lograr.
Bien es cierto que la lucha no es nada fácil. Los trabajadores, los jóvenes y el conjunto de los oprimidos sabemos que el gobierno reaccionario de Duque nos lo recuerda en la práctica cada día, que luchar implica sacrificios, tiempo y esfuerzos. En ocasiones cuesta hasta la propia vida, como los 50 asesinatos que el gobierno, mediante la utilización criminal de policías, paramilitares y sicarios, han llevado a cabo entre los manifestantes.
Ayer las movilizaciones fueron masivas, otro día más. De entre otras muchas noticias de las marchas, queremos resaltar dos:
1- la reforma de la salud fue tumbada.
2- al fin, tras 22 días de lucha, Gustavo Petro (máximo dirigente de ‘Colombia Humana’) hizo acto de presencia, en Bogotá, en la manifestación.
Con respecto al primer tema, es claro que combinando con nuevos pasos de represión violenta de la movilización, el gobierno continúa cediendo a las reivindicaciones, intentando hacerlo pasar por otra cosa. El movimiento de lucha tiene fuerzas para doblarle el pulso al gobierno y por ello, el paro debe no solo continuar, sino que hay que extenderlo y fortalecerlo aún más, mediante una clara y nítida HUELGA GENERAL que paralice totalmente el país. Tenemos a mano una victoria sin paliativos frente al gobierno, que se tambalea ante su posible caída.
Con respecto al asunto de Gustavo Petro, el tema tiene que ser visto con ciertas puntualizaciones necesarias. La presencia de Petro no debería haber sido noticia, la noticia era, en nuestra opinión, su ausencia durante 21 días a esas manifestaciones.
Durante la manifestación Petro publicó varios trinos, uno decía: “En marcha. La democracia y la paz se defienden con multitudes”. Estamos totalmente de acuerdo en este punto con Gustavo Petro, pero debemos recordarle que los 21 días anteriores también y mucho más que esas “multitudes” vean y sientan una posición clara y firme de defender un claro programa para la lucha, hasta el final.
Es claro que Gustavo Petro es visto por amplias capas de las masas como el dirigente político con más prestigio, como todo un referente. Por tanto he aquí la importancia de su participación en la Marcha.
Ello hace concentrar en Petro un profundo odio de clase por parte de los capitalistas, banqueros y oligarcas de la tierra, que habitualmente utilizan sus medios de comunicación para intentar calumniar y desprestigiar a Petro, ‘recordando’ su pasado como miembro del grupo guerrillero M 19, cuando tenía 17 años.
Ayer, el diario ‘El Tiempo’ nos deleitaba con esta información sobre Petro:
“Al exguerrillero del M-19 no le basta con los muertos que se le atribuyen al grupo terrorista al que se unió desde los 17 años. Haber promovido el desarme en 1989 no borra las pérdidas de vidas humanas que provocó la insurgencia armada del M-19 durante dos décadas. Por mencionar un caso, solo el asalto a la localidad de Yumbo en 1984 dejó 17 muertos, según reportó El País. Ahora, ocupando una curul en el Senado y con la mira puesta en el Palacio de Nariño, su arma es el teclado de su teléfono, desde el cual lanza llamados irresponsables a través de las redes sociales que ponen en riesgo la vida de quienes ingenuamente creen en su promesa de igualdad social”.
Es por todo ello que la situación exige que Petro comprenda y entienda que el asunto va mucho más allá que creer que la clase dominante dejará tranquilamente que él sea ganador, como indican todas las encuestas, de las elecciones presidenciales el próximo año.
La situación del momento pone sobre la mesa la necesidad de que Petro y la dirección de Colombia Humana sean una correcta dirección política, que plantee una perspectiva ante la posible caída del gobierno Duque. Deberían plantear y agitar por la necesidad de formar un GOBIERNO DE LOS TRABAJADORES, basado en un genuino programa socialista, que permita cambiar de abajo arriba la sociedad.
Y esta cuestión no es algo más o menos importante. Es la clave de toda la situación del momento, de los próximos meses y años. El primer deber de un dirigente de izquierdas ante los trabajadores, la juventud y el conjunto de los oprimidos bajo el capitalismo es decirles la verdad en todo momento, por muy desagradable o dura que esta verdad pueda parecer en ocasiones.
Por encima de cualquier dirigente, de cualquier dirección, está la cuestión central de que la clase obrera colombiana necesita, ante todo y sobre todo, un claro programa socialista, que aglutina tras sus reivindicaciones transitorias, del capitalismo al socialismo, la lucha por arrancar de las manos de los grandes empresarios (nacionales y extranjeros), de los banqueros y los oligarcas de la tierra, EXPROPIANDO Y NACIONALIZANDO LAS GRANDES EMPRESAS, LOS BANCOS Y LA TIERRA.
Por muy buenas intenciones, de las cuales no dudamos, que puedan tener los dirigentes sindicales del CNP, al igual que Petro y los dirigentes de Colombia Humana, las necesidades más básicas de la mayoría en Colombia no mejorará mientras las palancas fundamentales de la economía, de las fuerzas productivas y las finanzas continúan bajo la propiedad y el control de un puñado de familias, que solo atienden al interés de sus beneficios privados y de sus abultadas cuentas corrientes bancarias.
Es por esta cuestión concreta que pensamos que la defensa de este programa, con todas sus consecuencias, es la clave para dar una perspectiva clara y nítida a la propia lucha de las masas, de estas tres semanas de Paro y de los próximos meses y años.
Por todo ello, los titubeos y posiciones no del todo acertadas que ha mantenido Petro y demás dirigentes de Colombia Humana en estas últimas tres semanas, no sólo no han contribuido al éxito de la movilización, sino que en el mejor de los casos ayudó a desorientar a una capa de luchadores, de trabajadores y jóvenes. Cuando a principios de mes, Petro se reunió con el Comité Nacional del Paro e instó a que la retirada de la Reforma Tributaria debía ser presentada como un éxito, poniendo punto y final a la movilización, ello era un error a todas luces. Querer desmovilizar para centrarse en el futuro proceso electoral, era y es, un tremendo error político.
La convocatoria de elecciones presidenciales para el próximo año forma parte de las apariencias formales de democracia en Colombia. La burguesía no teme, por ahora, a los procesos electorales. Ellos dominan, bajo el dominio del Capital a la sociedad en su conjunto, lo que ocurre en el Congreso y el Senado, que son instituciones del Estado burgués y cuyos miembros están muy bien retribuidos.
Como mínimo, como en cualquier otro país ‘democratico o semidemocratico’, las grandes decisiones a tomar se deciden fuera de las instituciones elegidas en elecciones. Son los Consejos de Administración de las grandes empresas y bancos los que dicen que hacer, transmiten sus acuerdos como órdenes al gobierno y este las lleva al Congreso y Senado para le pongan el sello oficial.
En el proceso electoral a Presidente que dio oficialmente ganador a Iván Duque, es bastante probable que el ganador real fue Gustavo Petro. Duque es un hombre bastante mediocre en todos aspectos, poco destacable intelectualmente. Pero Duque tenía una ventaja notable sobre Petro: Iván Duque no es más que un títere del matarife y narcoparamilitar, expresidente, Alvaro Uribe. Solo se trataba de poner un puñado de votos en la cuenta de votos de Duque y de quitar un puñado de la de Petro. Resultado; ganó Duque.
¿Puede estar seguro Gustavo Petro de que cara a las próximas elecciones las cosas pueden ser así nuevamente?.
Lo que sí sabemos, tras 26 días de Paro, de movilizaciones, es que estas han provocado que se tengan que retirar los ataques Tributaria y de Salud, que el exministro de Uribe, Alberto Carrasquilla, ya sea también exministro de Duque, que las matrículas en las Universidades Públicas vayan a ser gratis a los estratos 1, 2 y 3.
Insistimos, todo fruto de la lucha, del sudor, las lágrimas y la sangre de decenas de miles de manifestantes, que han tenido que defender con sus manos y unas cuantas piedras de los ataques con munición incluida de policía, del ESMAD, paracos y sicarios pagados por el gobierno.
En esas condiciones concretas de la lucha de clases, tomando y extremando todas las necesarias medidas de seguridad, el primer deber de cualquier dirigente sindical o político de izquierdas, con interés en representar los intereses de nuestra clase, era y es estar codo con codo, en la calle, con la movilización.
Podemos comprender humanamente que los dirigentes sientan miedo, al igual que sus familiares. Pero la responsabilidad de un dirigente, en este caso la de Gustavo Petro, no es esconderse y ocultarse de la lucha. El deber de un dirigente es explicar alto y claro cual es la situación real y situarse al frente de la lucha, tanto si ésta se desarrolla en ascenso, como si es para replegar fuerzas, ordenadamente, preparando las siguientes batallas, con el menor número de bajas posibles.
Un dirigente ante todo debe basar su autoridad política ante las masas predicando con el ejemplo. Muchos trabajadores, de jóvenes, sentirán los mismos miedos, ante la reaccionaria violencia que ejerce el gobierno Duque ante la protestas. Llevamos ya 26 días de movilizaciones, en donde los revólveres y disparos de la reacción han estado presentes.
Nicolás Petro, hijo de Gustavo Petro, a quien también debemos considerar un dirigente de Colombia Humana, ya que es Diputado por el Departamento del Atlántico, escribió en su cuenta de Twitter: “Temo por la vida de mi papá. Lo están presionando para que salga a la calle y así poder asesinarlo”.
Desde luego, sobre la base de la experiencia pasada, este temor debe ser considerado muy en serio y como hemos visto durante las manifestaciones, los asesinatos de manifestantes, ordenados desde el mismo gobierno reaccionario de Duque, son un dato más para que el paro no pare y logremos derribar al gobierno. Pero una vez dicho esto, al tiempo que reclamamos que sean tenidas en cuenta todas las medidas necesarias para evitar que Petro u otros dirigentes de Paro sean asesinados, tenemos que explicar que es necesario también tomar medidas políticas contra esa eventualidad.
Gustavo Petro, ni los demás dirigentes sindicales, sociales o políticos, son meros jóvenes o trabajadores que salen a manifestarse y pueden cruzarse con las balas asesinas del gobierno. En el caso de Petro estamos hoy en día, tal vez, ante uno de los mayores referentes de la izquierda de todo el continente latinoameticano. Cientos de miles, millones de trabajadores, jóvenes y oprimidos de Colombia tienen depositadas en Petro sus mejores y mayores esperanzas, ven en Petro un futuro para cambiar la agobiante realidad y de vida mejor.
Esto debería hacer reflexionar profundamente a Petro y al resto de la direccion de Colombia Humana, propiciando un debate serio, en la organización y el conjunto de la sociedad, sobre cuál es la situación objetiva real, qué programa debemos defender ante el callejón sin salida que ofrece el capitalismo a las masas y también, con qué métodos y estrategia luchar por superar la actual situación.
Qué duda cabe que la mejor forma de luchar contra la violencia y los asesinatos que el Sistema y el gobierno practica contra los dirigentes y activistas sociales sindicales y políticos no es “evitar asistir a actos públicos o manifestaciones”. Esto es precisamente lo que el Sistema y el gobierno pretende.
Gustavo Petro es un dirigente con clara influencia de masas. Debería utilizar esa influencia para haber pedido enérgicamente el fin del gobierno Duque, por ser responsable, directo o indirecto, de la muerte de centenares de manifestantes, dirigentes sociales y comunales durante los últimos años, meses y semanas.
Poniendo toda su enorme autoridad política sobre la mesa, abiertamente ante las masas, sin melodramas de telenovelas, sino con firmes argumentos políticos comprensibles para cualquier trabajador, joven u oprimido, debería denunciar pública y abiertamente que la responsabilidad ante un posible y probable acto violento sobre su vida, u otros dirigentes de izquierdas, recae exclusivamente sobre Duque y su podrido gobierno reaccionario, que solo representan los intereses de las 100 familias más ricas de Colombia. La dirección de Colombia Humana, en un sentido muy amplio, tiene en sus manos la posibilidad de cambiar la historia de Colombia. Para ello se necesita además de valentía personal, que los dirigentes estén a la altura de los acontecimientos y sean capaces de romper política y organizativamente con los límites que impone el Sistema, al igual que con la moral repugnante de la llamada ‘opinión pública’ burguesa y sus medios de comunicación.
Petro y los demás dirigentes de izquierdas deben utilizar todos los medios a su alcance, que son muchos por cierto (tribunas del Congreso, Senado, Gobernaciones, Ayuntamientos, ruedas de prensa y discursos y proclamas en las manifestaciones y protestas sociales), para defender y difundir las ideas, el programa, que antes explicamos para transformar la sociedad.
El programa del marxismo es el único capaz de encarar la lucha de poner orden al desorden capitalista, construyendo una sociedad basada en la justicia y la igualdad social. Construir una tendencia marxista de cuadros con influencia de dirección en Colombia Humana, en el movimiento obrero y juvenil, es la única garantía de que la lucha de los oprimidos en Colombia acabará en un éxito. Traer estas ideas al movimiento le ayudarán a finalmente ganarse la recompensa que se merecen: una oportunidad de construir una Colombia de, para y por la clase obrera Colombiana