El 22 de junio fue el día 10 del paro nacional de Ecuador convocado por la CONAIE contra las políticas del presidente banquero Lasso. La brutal represión policial que ha dejado 2 muertos y decenas de heridos no ha detenido el movimiento. Las columnas de manifestantes campesinos indígenas han llegado a la capital rompiendo las líneas policiales y militares y desafiando el estado de emergencia declarado por el presidente en 5 provincias, incluida la capital, Quito. El gobierno y la clase dominante están en pánico y el movimiento adquiere un carácter insurreccional en algunas provincias.
Una enorme multitud de 50.000 personas marchó ayer por el centro de Quito, desafiando el estado de emergencia y la represión.
El mismo día, las organizaciones convocantes del paro nacional entregaron una respuesta a la carta del gobierno ofreciendo negociaciones. En la carta, exigen negociaciones que sean realmente claras y específicas sobre su lista de demandas de 10 puntos, así como una serie de requisitos previos para cualquier conversación: levantamiento del estado de emergencia, fin de la represión, retiro de la policía del Parque del Arbolito y la Casa de la Cultura en el centro histórico de Quito.
Al final de la protesta pacífica pero airada, bajo la consigna “Fuera Lasso”, hubo nuevamente represión policial y enfrentamientos, con los jóvenes liderando la autodefensa del movimiento.
Los jóvenes lideran el movimiento de autodefensa / Image: Felix Rodriguez
Mientras tanto, el paro nacional ya ha adquirido proporciones insurreccionales en algunas provincias. Este fue el caso, por ejemplo, en Ambato, la capital de la provincia de Tungurahua, al sur de Quito. Una enorme multitud de manifestantes, encabezados por una línea de autodefensa de jóvenes armados con palos, con cascos y portando escudos caseros, marcharon hacia el edificio de la gobernación con el objetivo de tomarlo. Cuando llegaron, saltaron y quitaron la cerca protectora y entraron en el edificio.
La policía se hizo a un lado y no ofreció resistencia. Estaban superados en número. Una vez que los manifestantes tomaron control de la gobernación, lo rebautizaron como Casa del Pueblo. Como decía el artículo que publicamos a primera hora del 22 de junio, la pregunta de “¿quién manda? el pueblo o el gobierno del banquero Lasso” se plantea cada vez más. El movimiento (estimulado y enojado por la represión) se está volviendo más fuerte y más dinámico.
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En la ciudad de Puyo, en la noche del lunes 21, fue asesinado el compañero comunero Guido Guatatoca por impacto directo en la cabeza de una granada lacrimógena. Los manifestantes respondieron con la quema de la unidad policial del Centro de la ciudad, y en consecuencia las fuerzas policiales abandonaron la ciudad que es la capital de la provincia de Pastaza en la región amazónica.Los manifestantes también atacaron la sede local del Banco de Guayaquil, propiedad del presidente banquero.
La brutal represión policial ha dejado 2 muertos y decenas de heridos / Image: Felix Rodriguez
Tanto en Pastaza como en Tungurahua rige el estado de emergencia decretado por el banquero asesino Lasso, pero claramente el gobierno no tiene el control del orden público que está en manos de las organizaciones sociales.
La clase dominante parece estar en pánico. Ahora han utilizado a la Conferencia Espiscopal para llamar al diálogo. También ha habido una declaración conjunta de las embajadas del imperialismo llamando a “la paz, la reconciliación, el diálogo y la reconstrucción nacional”. Eso significa que tienen miedo y están pidiendo al gobierno que haga concesiones para sacar a las masas de las calles. El gobierno es débil. En una encuesta reciente la popularidad de Lasso es de apenas el 16%.
Está intentando usar la trampa de las negociaciones (visto que la represión no funcionó) para desmovilizar. De hecho así lo plantea claramente un editorial en El Comercio que a cambio de la apertura del diálogo, lo que exige es “el fin de las movilizaciones”. Esto es poner las cosas al revés. Las movilizaciones de la CONAIE se producen justamente porque el diálogo no había llegado a ninguna parte. El diálogo no es el objetivo del paro nacional, sino la satisfacción de las 10 demandas, y por lo tanto no se puede levantar el paro hasta que se consigan las mismas.
Incluso, no es descartable que el gobierno pudiera ofrecer concesiones serias y sustanciales, ante la alternativa de ser barrido por una insurrección en toda regla, con el objetivo de sacar el movimiento de las calles. Una vez logrado ese objetivo, entonces pueden renegar de sus promesas y volver a la ofensiva de nuevo.
Pero no hay que confundirse, además de la carta de la negociación, el gobierno y la clase dominante están dispuestos a defenderse utilizando todos los medios a su alcance. Ya han movilizado a más de 2000 efectivos del ejército, armados hasta los dientes con material de guerra, para defender el Palacio presidencial. Ellos entienden que lo que está en disputa en Ecuador es justamente quien gobierna el país.
La actitud de los dirigentes de la CONAIE y en particular de Leonidas Iza será crucial. Hasta ahora han jugado un papel positivo, convocando al movimiento, manteniendo el impulso, avanzando frente a la represión y manteniéndose firmes en las 10 demandas. Sobre las negociaciones han dicho que no están en contra, pero han planteado condiciones previas.
El movimiento ha comenzado a organizar la autodefensa, basándose en la experiencia de 2019. Lo que realmente falta ahora es el desarrollo de asambleas de masas, que ya han comenzado, para dar al movimiento un carácter organizado democrático. Tales cuerpos podrían convertirse en órganos de doble poder y desafiar el poder del estado capitalista oficial. La estrategia que habría que plantear es una que condujera a un gobierno de los trabajadores y todos los sectores oprimidos de la sociedad.
Los acontecimientos en el Ecuador son la continuación del proceso interrumpido de octubre de 2019. El potencial para movimientos de masas de ese tipo existe en el resto de América Latina que apenas sale de la pandemia y es azotada por la crisis capitalista mundial.