Cambio climático

Colombia en llamas: ¡Cambio sistemático para luchar contra el cambio climático!

Colombia en llamas: ¡Cambio sistemático para luchar contra el cambio climático!

Desde el 21 de enero, Colombia se encuentra en una emergencia nacional debido a los incendios forestales causados por el cambio climático y exacerbados por el fenómeno del Niño. Este inicio de año no es nada más que una salva inicial para un año que promete ser una demostración de las consecuencias del cambio climático en la región. La combinación de una temporada de sequía con la acumulación de los efectos del cambio climático creados por el hombre han causado la quema de 17000 hectáreas a través de 404 municipios en todo el país. Para hoy, 26 de enero, hay 32 incendios activos. Todo esto ocurre mientras que nueve ciudades como Santa Marta registran temperaturas históricamente altas.

Las consecuencias de estos incendios apenas se están vislumbrando, pero es claro cuál es la causa. La misma causa de las inundaciones en Bangladesh, los incendios en Canadá y Nueva York y las temperaturas gélidas que azotan al continente norteamericano en este mismo momento. Los estragos del cambio climático han azotado a todo el mundo, y han sido los trabajadores y la juventud quienes han pagado el precio con sus vidas y los pocos bienes a sus nombres. 

Dinamita en los cimientos

El IDEAM (El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales) ha alertado que la posibilidad de generación de incendios en el país se ha elevado en un 300%. Según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en los primeros 15 días de este año, se registraron más de 143 incendios forestales, que acabaron con más de 2.131 hectáreas de bosques. Hoy existe según el IDEAM un riesgo constante en el 80% del territorio nacional, y en un 45% de los municipios del país se estima que hay alerta roja por la posible ocurrencia de incendios forestales. No solo esto, pero el IDEAM declaró que espera que Febrero sea un mes “donde tendremos la mayor cantidad de déficit de precipitación extendida en gran parte del país”. 

Sin embargo, es importante notar que el gobierno nacional (y la oligarquía que manda en este país) no estaban preparados para esta crisis. En municipios como Andes, Antioquia los bomberos reportan que no han recibido ni contratos ni combustible para sus vehículos. La fuerza aérea reporta que no tiene aviones disponibles para desplegar en este momento crítico. La UNGRD solo tiene una acción específica con respecto a los incendios forestales: La compra de líquido retardante de incendios. Esto a pesar de que la combinación del Niño con la temporada seca fue advertida por expertos con meses de antelación. 

La razón detrás de todo esto es clara: son medidas de austeridad implementadas en el peor momento posible. Y estas son las consecuencias del mismo. Sin una reorientación a la respuesta del gobierno en el siguiente periodo, es claro que se pagará con la destrucción de grandes hectáreas del país y que las consecuencias directas de esto (la reducción de la calidad del aire, el desplazamiento de cientos de familias, la destrucción de varios biomas con la flora y fauna en su lugar) afectarán a generaciones por venir. 

El capitalismo está destruyendo la tierra

Según un informe de Oxfam, publicado el 20 de noviembre del 2023, el 1 % más rico contamina tanto como los dos tercios más pobres de la humanidad, o sea que ese 1% genera la misma cantidad de emisiones de carbono que los 5000 millones de personas más pobres. Emisiones que, según el informe, “causarán 1,3 millones de muertes más sobre lo previsto asociadas al calor, una cifra que equivale aproximadamente a la población de toda la ciudad de Dublín (Irlanda).”

Un estudio de “Carbon Majors” del CDP (Carbon Disclosure Project) muestra que 100 corporaciones son responsables por más del 70% de las emisiones de gases de invernadero. En 2019, The Guardian reveló que solo 20 compañías habían generado un tercio de todos las emisiones de gas de invernadero. Más recientemente, fue revelado que solo veinte compañías habían generado un tercio del Carbono en la atmósfera en 1965. Similarmente, del 3 al 10 por ciento del desperdicio de vertedero en países primermundistas viene de los hogares; el resto viene del resultado de procesos industriales a larga escala, construcción y minería. El 1% más rico del planeta lanza más CO2 que el 50% más pobre. La mitad más pobre de la población mundial contribuye solo al diez por ciento de las emisiones de consumo debido a estilos de vida. Esto se debería comparar con el 50 por ciento que vienen de cosas de viajes privados, carros y demás consumo del 10% más rico en la Tierra. 

Es claro que el sistema capitalista está destruyendo el planeta, pero ante todo, es aún más claro que es la clase dominante quién es responsable. Su nível de contaminación no se compara con el nível de contaminación de la clase trabajadora y el campesinado mundial. También hay que mencionar que las economías más desarrolladas son responsables por el 79% de las emisiones de carbono. Efectivamente, esta crisis está siendo causada por el imperialismo, que fuerza a los países oprimidos a reducir su desarrollo para explotar la mano de obra barata que proveen. 

Esta dinámica fue explicada brillantemente por Carlos Marx en el Capital: “Todo progreso dentro de la agricultura capitalista es el progreso en el arte del robo del obrero y del robo del suelo mismo; todo el progreso en el incremento de la fertilidad del suelo termina siendo el progreso hacia la ruina de la fuente de esa fertilidad. La producción capitalista sólo desarrolla la tecnología a traves del dreno del suelo y del obrero”

Las consecuencias del cortoplacismo

Desde la llegada del presidente Gustavo Petro al gobierno, la clase dominante colombiana se ha burlado de la posibilidad de una transición energética, tratando cualquier intento de abandonar los hidrocarburos como una aventura. La razón detrás de esto es obvia: 55% de las exportaciones de Colombia son combustibles fósiles. Los gobiernos de Iván Duque y Juan Manuel Santos, en conjunto, otorgaron más de 13 millones de hectáreas a mineras y petroleras para su explotación para poder mantener la extracción de hidrocarburos a través de fracking (esto a pesar de las promesas de campaña de Duque de no implementar el fracking). 

A esto se le puede agregar el incremento de la deforestación ilegal desde la firma del acuerdo de paz. Un estudio publicado en 2023 confirma que 3 millones de hectáreas fueron deforestadas para facilitar la cría de ganadería. Cifras tempranas en 2016 demostraban que la deforestación se incrementó en un 44% para 2016, después de la firma de los acuerdos de paz. Estas prácticas, en conjunto con la quema de caña de azúcar en el Valle del Cauca, demuestran el cortoplacismo de la oligarquía colombiana, que en búsqueda de la ganancia inmediata no tiene problema en destruir la tierra a su alrededor. 

Un programa de emergencia

Ante esta emergencia, es necesaria una respuesta contundente. El lucro no puede ser una barrera ante la protección de las vidas de los trabajadores que serán afectados por esta crisis. Solo un programa de emergencia que reconozca esto podrá responder de manera efectiva a este desastre. Es necesario movilizar todos los recursos a la disposición de la sociedad para hacerlo. 

El problema siempre va a ser que la oligarquía colombiana, como hemos demostrado, no está interesada en responder al problema del cambio climático. Los elementos con mayor capacidad de anticipación creen que solo una respuesta en donde el primer mundo empiece a reducir la contaminación será suficiente, convirtiendo la respuesta a una crisis que amenaza la existencia de la humanidad en un juego de gallina para ver quién se rinde primero. Los elementos más cortoplacistas simplemente prefieren negar que hay una crisis hasta que sea demasiado tarde. 

La única respuesta aceptable de parte del gobierno nacional es una respuesta que esté dispuesta a:

  1. Movilizar y capacitar a los departamentos de bomberos del país. El 50% de los departamentos del país no tienen un departamento de bomberos. Será necesario capacitar a voluntarios y armarlos con las herramientas necesarias para apagar los fuegos. 
  2. Preparar esfuerzos de reconstrucción y reforestación en las áreas incendiadas con la movilización de trabajadores de construcción. 
  3. Garantizar viviendas para cada uno de los desplazados por esta tragedia. 
  4. Rescate, preservación y eventual reintroducción de los animales y la flora afectada. 

Este programa de emergencia, sin embargo, solo es un programa paliativo diseñado para mitigar las consecuencias del cambio climático. Será necesario de parte del campesinado y la clase trabajadora luchar por medidas que luchen contra la deforestación y la explotación del suelo para enriquecer a una minoría de millonarios con cuentas en Miami. Una reforma agraria dispuesta a expropiar a los terratenientes vinculados al narcotráfico y a la burguesía internacional para darle la tierra a los campesinos bajo colectivización voluntaria y la expropiación de las altas esferas de la economía, incluyendo especialmente, las petroleras y mineras internacionales que operan en el país e impulsan medidas como el fracking y la extracción de petróleo son las medidas necesarias para responder al cambio climático. 

Es necesario luchar por estas medidas en las calles. La oligarquía colombiana se beneficia directamente a corto plazo de la muerte de la naturaleza y va a forzar a la clase trabajadora a pagar los costos de todo con el desplazamiento forzado, pérdidas de viviendas y pobreza generalizada mientras que llora lágrimas de cocodrilo al respecto de la destrucción en la que ellos son cómplices. Solo nosotros, la clase trabajadora, el campesinado y la juventud podemos apagar estos incendios, proteger a sus víctimas y responsabilizar a los culpables de la destrucción del Amazonas y los biomas de nuestro país. 

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Gabriel Galeano